Rómulo querido
—¡Buenas tardes, chofer! Señorita, disculpen la demora. Estaba sentada en el asiento trasero, esperando a mi compañera de viaje. El destino había marcado primero mi dirección y después la suya. La pasajera era una anciana con una canasta grande de mimbre, cubierta por un mantel estampado de pajaritos verdes. —Justina, un gusto —dije, saludando cuando subió....