Un viaje inolvidable
El rugido me arrancó de un plácido duermevela que, poquito a poco, iba haciendo más pesadas mis extremidades. Sorprendido, miré a Luis, el conductor, quien, a través del retrovisor, me mostró unos ojos muy abiertos y un extraño mohín que interpreté como una señal de asombro. Rosa, como dijo llamarse la otra viajera, a mi lado...