Por si la necesitas, a mí me ayuda
Tras un breve saludo junto al maletero, ocupó el asiento del copiloto. La conversación sobre el tiempo, el estrés del día a día y los planes futuros duró algunos minutos. Qué agradable, pensó. Le pidió permiso para interrumpir la conversación bajo la premisa de «tener un rato para escribir.» A veces le sucedía: la necesidad...