Contigo me voy
«Tú atrás», me ordenó la señora Mercedes —nuestra casera—, mirándonos de reojo a mí y a mi compañero de asiento, un cuarentón tímido y patilargo que profirió un movimiento de cabeza por saludo, viéndome entrar en el coche. «Ya veréis lo cómodos y lo entretenidos que vamos a viajar», continuó hablando ella, con un guiño....