El arte de esquivar multas en el campo francés
Cuando decidí embarcarme en un viaje desde Jaca (Aragón) hasta Múnich con BlaBlaCar, no esperaba que mis mayores aliados en las carreteras francesas fueran cuatro chicas desconocidas y un policía con buen corazón. Entre radares, campos franceses y un mongol desorientado, aprendí que, a veces, la mejor defensa es una buena excusa... o ser estudiante. O quizá fue pura suerte. Esta es la historia de cómo dos encuentros con la ley estuvieron cerca de arruinar mi viaje, pero también cómo me salvé por los pelos. Casi diez años después, te aseguro: fue la última vez que un radar me atrapó.