Alguien toca insistentemente el timbre, acelero el paso por si es una emergencia, me asomo a la ventana y veo a Pedro destartalado de risa, le digo que es un idiota y que apenas termine de cambiarme salgo a darle una patada, busco un abrigo, mis llaves y mi billetera. Cuando salgo Pedro, que me espera apoyado en su motocicleta, exclama:

– ¡Al fin sale la señorita! A partir de hoy te llamaré Lady Pablo.

– Cerrá el pico, solo tardé unos minutos, ¿Qué hay esta noche?

– Mi primo nos invitó al cumpleaños de un amigo suyo en barrio Los Cañones.

– ¿Barrio? Yo lo llamaría zona de guerra, hasta las abuelitas son pandilleras narcotraficantes en ese lugar.

– Bueno, ¿Quieres ir o no? – exclamó enérgicamente Pedro.

– Si, que mas dá, no me molesta morir joven.

Nos subimos a la motocicleta y emprendemos rumbo hacia los barrios bajos de la ciudad, en cuanto entramos al barrio Los Cañones caigo en la cuenta de que las calles se llaman igual a lugares en donde hubo batallas importantes, leo Lepanto, Termopilas, Waterloo, entre muchas otras. Una vez en el lugar del cumpleaños,veo una sórdida casa repleta de adolescentes alcoholizados bailando música de moda a todo volumen, me acerco al anfitrión y lo felicito por su cumpleaños, el aspecto de su rostro es desopilante, su fisonomía recuerda a la de un camello del Sahara, me agradece que haya venido aunque de verdad dudo que tenga alguna idea de quien rayos soy.

Pasaron un par de horas, Pedro y yo estamos bajo los efectos del vino y del vodka barato que nos convidaron, el vaho que producen los cerca de treinta cuerpos bailando dentro de la casa llega a descomponernos un poco así que decidimos salir a tomar algo de aire. Una vez en la vereda, cruzamos la calle en dirección a una pequeña pared con el fin de abrigarnos un poco del viento, encendemos un cigarrillo cada uno y empezamos a conversar. De repente la cara de Pedro se transforma, miro hacia atrás y avizoro un grupo de al menos veinte personas que se dirigen hacia la puerta de la casa donde transcurre el cumpleaños, me acurruco para que ellos no puedan notar que los observo desde la pared que ahora funciona como escondite, uno de los miembros del grupo llama a la puerta y el anfitrión cara de camello lo invita a pasar, pero inmediatamente el joven cruza el umbral de la puerta esta se cierra dejando fuera a los demás miembros del grupo, súbitamente la música deja de sonar y desde la casa se escuchan gritos, golpes y vidrios rotos, el par de decenas de personas que habían quedado afuera de la casa comienzan a patear puertas y ventanas con el fin de rescatar a su compañero en apuros, finalmente la puerta se abre y el joven que entró en primer lugar sale maldiciendo y con golpes en la cara, a partir de ese momento se desata una batalla digna de un libro de historia. En primer lugar el bando de afuera de la casa comienza un asedio, piedras y palos vuelan por el aire y los objetivos preferidos son las puertas y ventanas, los vidrios estallan en mil pedazos y las maderas se astillan, desde dentro de la casa se oyen gritos e insultos.

Sorpresívamente la gente de adentro inicia una contraofensiva a pesar de que continúan lloviendo proyectiles, una mujer notablemente obesa, presumo que la madre del joven cara de camello, sale del interior blandiendo una escoba como si se tratase de un antiguo mandoble medieval y en una suerte de grito de guerra vocifera:

– ¡DEFIENDAN MI CASA CHICOS! ¡ME LAS VAN A PAGAR ESTOS HIJOS DE PUTA!

Comienzan a salir oleadas de adolescentes armados con botellas vacías y piedras recuperadas del asedio enemigo, de repente toda la situación se convirtió en una autentica batalla campal en donde los enfrentamientos cuerpo a cuerpo y a distancia abundan, las botellas estallan contra el suelo y contra las personas, a la vez que los palos se quiebran de tanto chocar unos contra otros, piedras se precipitan desde el cielo como si se tratase de meteoritos, no voy a negar que es un espectáculo entretenido de ver, aunque Pedro parece estar en estado de shock, repentinamente reacciona y exclama:

¡SE ESTÁN LLEVANDO MI MOTOCICLETA! ¡ME LA ESTÁN ROBANDO!

Efectivamente, entre toda la confusión y desorden que el enfrentamiento está generando alguien se aleja con la motocicleta de Pedro al costado, ahora estamos involucrados en en conflicto, Pedro llama a su primo y este a su vez agrupa a unos cuantos amigos para emprender una misión de rescate, todos corremos en dirección al ladrón a la vez que esquivamos proyectiles y embates enemigos, este al verse descubierto suelta la motocicleta y huye, lo perseguimos hasta quedar en medio del campo de batalla frente al bando contrario, al menos eso creo, porque al girar mi cabeza en busca de apoyo caigo en la cuenta que no hay nadie respaldándome, al parecer fui el único que no se enteró de la cuadrilla de oficiales de policía que se acerca a pacificar el conflicto, comienzan a disparar con sus escopetas hacia el cielo y mientras ambas facciones combatientes se dispersan atino a correr hacia la casa del cara de camello, allí Pedro me aguarda con su motocicleta encendida lista para emprender rapidamente el viaje a casa.

Una vez en casa, Pedro se lamenta por los daños que el conflicto le ha dejado a su motocicleta, intento consolarlo pero es inútil, el vehículo ha quedado estéticamente mal, los espejos retrovisores y las luces de giro están destrozados, lo despido y entro a casa, me acuesto en la cama y me pongo a pensar ¿Algún día los libros de historia hablaran de esta batalla? ¿Acaso alguna calle, en algún barrio del futuro, se llamará «Los Cañones»?

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