La calle de la felicidad

La calle de la felicidad

Corren tiempos oscuros para la felicidad, pero hay una calle pequeña en un pueblo también pequeño, donde siempre brilla el sol.

Donde una luz tenue y dulce lo ilumina todo.

Allí en una calle chiquita los niños juegan como antaño, sin temores y con libertad.

Dónde las madres comadrean y son felices viendo a sus criaturas crecer libres.

En ella los sueños parecen hechos a medida, parece que nunca se oculta el sol, pero la calle chiquita esconde un triste y negro secreto.

En la calle donde hoy brilla la luz, antaño reinó el temor.

Ernesto era un hombre de esa calle, era discreto y solitario. Nadie conocía su origen, pero a nadie parecía importarle.

Nada hacia pensar en lo que ocurrió un día funesto.

Corría el año 1910, y el cadáver de un hombre en una pose grotesca apareció en el asfalto de la calle, apenas un hilo de vida quedaba en su maltrecho cuerpo.

En ese aciago día de 1910 un paseante descubría el cadáver de Ernesto y a pesar de todas las investigaciones policíales, nada parecía indicar un motivo para tal acto.

No se le conocían enemigos, ni amigos tampoco, era solitario, tranquilo, no parecía ser un hombre de problemas.

Nada se supo del porque, ni del quien, pasados cuatro años, la calle chiquitas parecía ir recuperando la calma. Pasaba ya 1914.

En ese mismo año una mujer hermosa apareció buscando a Ernesto, traía con ella una criatura de unos cinco o seis años. Nadie se recordaba ya de aquel suceso, ni de Ernesto.

La mujer marchó con su criatura y nada se supo más de ella.

Pero la calle chiquita de la luz seguía escondiendo su oscuro secreto. Alguien en esa calle de luz y sol se escondía en una máscara que aún nadie había podido quitar.

Hoy pasados años ya, un hombre llamado Ernesto ha venido a vivir a la calle de la felicidad, pero busca descubrir el secreto oculto en ella.

Busca descubrir quien un día aciego puso fin a la vida de su abuelo.

Y Ernesto sigue ahí y la luz del sol brilla y los niños juegan felices y las madres comadrean y los padres también compadrean, pero la calle chiquita sigue ocultando su secreto…

Y de repente un día de tormenta, cielo negro y sombrío día Ernesto recibe una carta, en ella le indican un lugar y una hora.

Ernesto acude a la cita intrigado, no sabe que le espera, pero presagia que algo está a punto.de ocurrir.

Una mujer, joven y bella le espera.

Se miran y Ernesto espera que la mujer inicie la conversación.

Ella se acerca a él y le susurra algo al oído y Ernesto la mira perplejo, como si la vida de repente le diera un puñetazo.

Al día siguiente Ernesto se fue de la calle chiquita.

Tal como vino se fue, en silencio, discretamente.

Nada se supo más de él, y en la calle de la felicidad la vida sigue, los niños juegan felices y las madres comadrean y los padres compadrean, y …..

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