Todo este ruido esta tan lleno de silencios

que no puedo oír nada.

Toda esta gente está sola,

tan sola que no veo a nadie.

Como si las almas hubieran faltado a la cita.

Solo hay cuerpos, trajes, colores, pelos, aros, barbas, anteojos… cosas.

Solo cosas, y más cosas de colores.

Pero ellos, no están acá.

Aquí, de hecho, no hay nadie, no hay nada.

Nada que valga la pena ver, nada que merezca la pena ser oído,

ningún olor me es familiar, o si, demasiado.

Todo es opaco, borroso, sin sentido.

Todo es demasiado obvio.

Solo me aturden los colores, olores, formas, ruidos.

El relleno es tan informe que molesta.

Nunca vi tanto vacio en un espacio tan colmado.

Nunca escuche tanto silencio en medio de tanto ruido.

Nunca necesite tanta calma, como en medio de esta tormenta.

Nunca busque tanto un alma, en medio de tantos cuerpos.

¿Sera acaso el fondo del pozo?

¿Será este el límite al que debía llegar?

¿Será esta la manera de decir –“hasta acá llegue”?

Me muevo, me rearmo, reorganizo las piezas y salgo.

La lluvia es mi amiga ahora,

siento el alivio de las gotas sobre mi piel, frescas, suaves, limpias,

lavando las heridas de un abrazo deforme y manco.

Hasta los truenos suenan como música para mis oídos.

Los eucaliptus siguen dando su aroma,

Las piedras siguen rodando, los autos pasan, la gente fuma…

Que tranquilidad saber que aquí afuera el mundo sigue girando!

Cada cosa esta en su lugar.

Solo había que cruzar la puerta.

Son las 4AM

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