Voy a morir incrédulo

Lluvia que cae en los arrabales de esta inmensurable inanición me atrapa sin desconcierto alguno. Es un goteo que como sonajas de pimpinas de gas arrullan al vecino que a golpes apacigua su tormentosa noche llena de presagios de intranquilidad. Ni un segundo deja un vacío; una gota a la imaginación. Es constante y precavida, está escogiendo los puntos para precisar un mensaje que no se puede descifrar. Se hace difícil entender esta vibración de impertinentes pero sagaces colores vistosos que aunque sea de noche denotan supremacía como estrellas fugaces.

Cada día me ha prometido volver y ha cumplido con un estrépito que me atrapa de repente; me envuelve dejándome sostenido de un vacío de infinitos sentimientos de perdición y angustia constante. Es mi compañera cuando salgo a pasear, puedo sentir que su ritmo cambia pero el tono lo puedo reconocer incluso en las laderas de esta interminable meditación. Ando así; con esa angustia de perpetrados pensamientos que ya no pueden ser más perjudiciales, más impredecibles ante la mirada de ella; tierna pero directa y sin recelo. No evito concentrarme solo en ella cuando la siento venir, cuando un rayo me avisa que por fin nos vamos a encontrar y que de nuevo estará ahí para anticiparme a dónde va.

Cierto es que me da miedo cuando se aleja, temo sentir a las urracas merodear entre los galeotes que espantados no cesan de importunarme con alevosía. Sigo aquí pendiente a que se marche, a que se marche lentamente como lo hace siempre; somera pero excitante cuando la siento callar. Entiendo que su deber no está conmigo, que no soy sinónimo de quimeras soñadas para que solo prefiera taladrar mi cuarto cuando lo pido. Ha empezado con esto y siento que no quiere parar, es constante y directa. Por momentos tiene prisa y siento que quiere acabar de una vez con mi martirio desmesurado. Es coqueta con su andar, se desliza tranquilamente por donde quiere porque sabe que mañana buscaré sus rastros mientras acompañado de un café matutino asumo que me dejó, como cada día, una pista más o menos certera.