Sonaba Rayito de luna del Trío Los Panchos, ella cantaba con sentimiento, tenía los ojos cerrados y una melodía preciosa salía de su garganta.
En las manos tenía una bolita de masa de harina de maíz y en el fuego un guiso de carne molida que olía a hogar. Hizo camino en la pelotita que tenía en la mano para rellenarla de carne y la volvió a cerrar.
Yo tendría cinco años o seis y pregunté: ¿qué es eso que estás haciendo? La saqué de su abstracción musical y me dijo que eran bollitos pelones.
Le pedí que me explicara como hacerlos y me dijo que a esta masa, a diferencia de la de las arepas, hay que agregarle leche para que «coja cuerpo», también me dijo que el guiso de la carne queda mejor si se pican los vegetales en vez de licuarlos, que dejara sofreír el ajo un poquito y después la cebolla, «que de ahí sale el mejor sabor mija».
Hay platos que se quedan en el imaginario como lo más delicioso que ha sido probado, los bollitos pelones aún son lo más rico que he comido porque me sabe a casa, me trae de vuelta a mi abue, a esa sazón única que solo sus manos mantuanas podían lograr y a esos días de novelas y boleros en el radio de la cocina.
Hoy, el «rayito de luna» es ella.
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