Yo, un estudiante de gastronomía, pasaba el dia intentando probar cosas nuevas, mi vida giraba al rededor de experimentar, por esto siempre andaba mas pensativo y callado que los demás.

Mis compañeros donde estudio querían juntarse a comer y poder pasar un momento para conocernos mas, todos vivían lejos y yo era el centro de todo, esto hizo que sea el anfitrión de esa noche.

Ordene todo temprano y me concentre en lo que el resto podía comer o tomar, ya listo, empezaron a llegar, primeros unos amigos mas cercanos, empezamos a pensar que podíamos cenar, entre los que estábamos dijimos pizzas, algunos se pusieron a cocinar mientras, yo seguía recibiendo al resto de gente, la tensión de ser el anfitrión empezó a ser  mas grande

Empezamos a escuchar unos canciones viejas, poco de Led Zeppelin, Rolling Stones, mientras se iba calentando el ambiente, estaba preocupado como la estaban pasando todos cuando derepente, me pasaron un porro, la noche se empezó a ablandar, a la hora de comer, me sentía muy conectado con las sensaciones de mi cuerpo. la masa cocinándose se podía oler desde lejos. en la primer mordida la masa de deshizo en mi boca, el olor al ajo con aceite que tenia arriba me hacia desear comer mas, la salsa con pimienta que había hecho despertó mis papilas gustativas, el sabor quedo dando vueltas entre las porciones que comía, el queso hacia que sienta como la grasa iba ocupando mas espacio.

Alguien quiso jugar y consiste en que cada uno intente expresar sus sensaciones de la comida, algunos los escuchaban atentamente y otros simplemente se reían, la noche iba pasando y cada vez sacaban mas pizzas del horno, yo miraba desde lejos, concentrandome en mi nomas

Con lo drogado que estaba se me ocurrió abrir un vino de reserva argentino, un Malbec de Mendoza, estábamos llegando a nuestro climax escuchando Sympathy For The Devil, cuando abrí el vino sentí todos los aromas, como iban entrando por la nariz, encontrando tonalidades leve de chocolate, almendras tostadas y por ultimo café, al tomarlo sentí una fiesta de sabores y sensaciones, el vino se presento de una forma amable, la grasa se había ido completamente con esa untuosidad, los taninos se presentaron de una forma agresiva pero nada incomoda, esa sensación secante y frutal, el equilibrio perfecto.

Después de terminar la cena, nos quedamos mirando entre todos, ya se habia lo que habiamos planeado, empece a despedir. 

Siempre quiero volver a esa noche, intentando recordar todas las sensaciones, sabores y emociones, ya nada me llena, nada es igual.

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