Llueve en Madrid. Es extraño. Hacía tiempo que no caía ni gota, pero esta vez lo hace con fuerza.

Son las ocho menos veinte de la mañana y Marta llega a la redacción. Es la primera, como casi siempre. Le gusta ser puntual; una manía.

Se dirige a su mesa. Observa su ordenador. Lo enciende, y así va ganando tiempo.

Saca su pendrive de uno de los bolsillos de su gabardina, se la quita, la sacude y la cuelga en el perchero compartido. El pen lo deja sobre la mesa, junto al teclado.

Sale a buscar un café al ‘cuarto de despelleje’, pero antes de marchar mira de reojo la pantalla.

Vuelve a su mesa y, sin pegar el primer sorbo, abre su buzón de email. Es en ese momento cuando lo recuerda; tiene pendiente un cuestionario de su ‘protegido’.

Abre el ‘mensaje aviso’ y obvia el resto.

Marta Romero, con buena visión literaria, confiaba en el joven escritor Daniel Gondim, a quien años atrás diseñó su blog, y le buscaba apoyo y oportunidades entre sus contactos. De este modo, le procuró la asistencia a un interesante debate sobre la ‘escritura digital’ que organizaba Espasa Calpe en la Gran Vía esa misma tarde, al que por lo visto asistirían importantes figuras del ‘mundillo’. Era una buena oportunidad.

Daniel Gondim, hacía días que le había enviado un email con las once preguntas que centrarian el debate y que le remitieron desde la organización del evento, para que Marta Romero le asesorara en las respuestas; ella recelaba a veces de la excesiva dependencia que aún mantenía el joven escritor de sus criterios y opiniones, después de tres años.

Pese a todo, Marta decidió ayudarlo con algunas respuestas rápidas, aunque entendía que aquel cuestionario era más bien personal, y se dijo que debía tomar un café con él; ese sería buen momento para insinuarle que debía ir ‘soltando amarras’, que su nuevo puesto en la redacción le absorbía todo el tiempo.

Se sentó en su sillón. Observaba cómo iban llegando sus compañeros y, entre sorbo y sorbo de café, contestaba a ‘bote pronto’ las preguntas sobre el propio email.

Una vez concluida la última, lo releyó con rapidez y pulsó la tecla de enviar.


Asunto: Re: Debate Gran Vía-Daniel

De: marta romero (martar12@gmail.com)

Para: Daniel Gondim

Fecha: Lunes 6 de noviembre de 2017 07:51


Daniel,

Discúlpame, pero últimamente ando desbordada.

Ahora que he tenido un hueco, te adjunto al entrevista ¿vale? Te diré que se nota que el que te envió el cuestionario es escritor y no periodista. Las preguntas nunca pueden ir tan dirigidas, siempre tienes de darle la punta al entrevistado, para que él desarrolle su pensamiento, salvo que sea una pregunta muy muy concreta, de la que quieras obtener algo muy muy específico.

Te doy mi punto de vista que, como sabes, a veces discrepa bastante del tuyo.

Graba algo del encuentro si puedes.

Quedamos a tomar un café y me cuentes el resultado. Tenemos que hablar: necesito aligerar mi agenda.

Un beso.

Marta!!

P.D. Corto y pego de tu email y te respondo en cursiva, debajo de cada pregunta. Espero que sea de útilidad. Puedes completarlo o adaptarlo con tus propias ideas.


Cuestionario:

Imagino que en tu trabajo diario de redactor/escritor, e incluso en otras tareas diarias, el tiempo es importante. Imagino, así mismo, que elementos como móvil, tableta, portátil y otros dispositivos digitales forman ya parte de tus herramientas de trabajo ¿Estaban ya cuando te iniciaste en tu profesión o has tenido que ir descubriéndolas y apdatándote a ellas? ¿En cualquier caso, cómo afecta hoy en tu día a día?

No sé si desgraciada o afortunadamente crecí justo en ese cambio. En el colegio muy pocos tenían ordenador y en el instituto ya mandaba mensajes por chat. En la universidad empecé tomando apuntes a mano y terminé con un mini portátil anotando todo lo que decía el profesor. Soy de esa generación millennial que ha crecido EN el cambio y se ha adaptado por completo. Quisieras o no, era necesario. Y ha sido fácil. Era una moda que se acabó convirtiendo en rutina. Si no tenías móvil no te enterabas de lo que hacían tus amigos por la tarde. Y sin una cuenta de correo, directamente no eras nadie para la propia organización de la universidad. Ahora, no se concibe el día sin estos dispositivos. La evolución ha sido precisamente esa: de utilizar el móvil a escondidas en el trabajo a convertirse en una herramienta más que ya coges sin pensar en el qué te van a decir, es lo normal. Todo se cuenta a través del móvil.

Por tu trabajo en el mundo de la comunicación lees y escribes, investigas y, según qué medios, utilizas o empleas los distintos lenguajes que cada herramienta te requiere; emoticonos, signos, fotos, imágenes en movimiento, pensamientos cortos, holografía… Con unas y otras conformas tu escritura digital y por tanto para su entendimiento, es precisa su lectura digital ¿Entre ambas conforman un nuevo lenguaje digital?

No creo que sea un nuevo lenguaje digital. Creo que es una forma complementaria del lenguaje que ya tenemos. Aún es complicado ver emoticonos en noticias formales, por ejemplo. No se está creando un lenguaje nuevo, creo que se está evolucionando hacia un lenguaje más matizado. Ahora puedo expresar la risa con un ‘jaja’, con un ‘(se ríe)’ o con un emoticono que lo simbolice y que ya todos entendemos.

Ese lenguaje digital ¿dirige obligatoriamente a una literatura digital, y no sólo en su distribución, sino incluso en su modelo de comunicación mediante la incorporación de los elementos del nuevo lenguaje digital?

No es obligatorio. Depende. El que puede ser impreso puede sumarse a eso que llamas ‘lenguaje no digital’. Los vídeos, evidentemente, necesitan ser reproducidos por algún aparato electrónico.

¿En esa literatura digital, afectada por la tecnología, será fuente de escritores digitales y por ende, escritores automatizados (robots) si se unen literatura e inteligencia emocional artificial? ¿Existen ya?

No sé si existen o no robots capaces de escribir, robots con alma, con pensamiento propio, con sentimientos. Y no creo que existan escritores digitales o no digitales. Igual que creo que es erróneo eso de literatura digital. La literatura es literatura. Existen escritores, que por definición son aquellos que escriben, sin importar el medio. Los pintores, pintan. Los bailarines, bailan. Y da igual que bailen en un escenario, en la calle o grabando un vídeo. Son bailarines. Para ser escritor necesitas la subjetividad, eso sí es intrínseco a su labor, y es algo que ni siquiera se aprende. Se tiene, cada uno la suya. Por eso, no creo que los robots sean capaces de escribir. Podrán reproducir textos, pero no escribir en el sentido de creación literaria.

El filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, en su primera etapa, Tractatus Logico-Philosophicus, sostenía aquello de que ‘el límite de mi lenguaje es el límite de mi mundo’. ¿Tendrá efecto la literatura digital en el pensamiento filosófico en retirada de las principales universidades y de la propia sociedad? ¿Dividirá el lenguaje digital a la sociedad en nuevos modelos de clases sociales?

En las preguntas siempre partes de la base de que existe un lenguaje digital que es nuevo y completamente independiente del que hemos usado siempre. Creo que en ese aspecto, estaríamos equivocados. Claro que el mundo digital tiene sus consecuencias en el pensamiento de las personas, pero no creo que llegue a diferenciar clases sociales.

Evidentemente las nuevas herramientas que nos proporciona el desarrollo tecnológico; lo digital ha llegado para quedarse ¿Esto de lo digital van tan deprisa que piensa que no está dejando lugar a la reflexión?

A veces el cambio es la ausencia de reflexión ¿no? Se salta o no se salta, porque si se piensa, no se salta. Y el cambio puede ser bueno o malo. Lo que sí debería plantearse es hasta qué punto es bueno ese salto, dónde están los límites. En todo caso, eso es lo que hay que reflexionar: que sea bueno para la sociedad en general y para los valores que han de perdurar por encima del avance. Estar mejor informado antes que más informado, por ejemplo.

Ante algunos ensayos educativos en países como Finlandia, según opiniones y determinada sintomatología en la propia enseñanza monitorizada… ¿acabará nuestra caligrafía personal imitando la tipología de letra empleada en la escritura digital? ¿Qué sería de la palabra? ¿Iríamos de nuevo al mundo de los signos?

Sí, creo que ya hay cambios. Al final, somos seres vivos que aprendemos por repetición. Empezamos a caminar porque vemos a los demás hacerlo, nos fijamos. Así que, seguramente nuestra caligrafía acabe convirtiéndose en esa que empleamos en digital. Yo, personalmente, me niego a los signos en mi trabajo, porque creo que es pérdida de riqueza lingüística; pero en mis relaciones personales me relajo un poco y los uso con frecuencia. Es la forma de expresar sentimiento y dar color a lo que dices cuando tienes dos líneas.

En el mismo sentido, en el libro de Keith Devlin ‘The death o paragraph’, según algunos experimentos, los alumnos llegan más fácil al aprendizaje de un párrafo a través de una imagen que a través de su lectura ¿Es correcto dejar que sólo se desarrolle una parte de nuestro cerebro? ¿Cuál es la finalidad real de todo este desarrollo digital, del que sólo nos muestran sus maravillosas ventajas?

No es correcto. Nunca es correcto no llegar al máximo de las posibilidades que uno tiene. Y, en cuanto a la finalidad, no sé si existe una finalidad concreta real de ese desarrollo. Evoluciona porque nosotros mismos lo demandamos. Mira los emoticonos (que ya los conocemos todos como emojis (que es una palabra más corta y más rápida)), van introduciendo la paella porque nosotros firmamos una carta para que lo incluyan, los callos a la madrileña que buscan el suyo propio, etc.

De los tres elementos que intervienen en la comunicación; técnica, social y cultural ¿Cuál de ellos resistirá más al lenguaje digital? ¿A la literatura digital?

No entiendo bien los tres elementos de la comunicación, que siempre han sido: emisor, receptor y código. Pero viendo lo que tarda la RAE en vulgarizar nuestro diccionario, en dos años no tenemos ni vocales.

Existe un factor importante, este mundo es finito, y tanto el papel como el soporte digital pueden entrar en crisis por sus limitaciones en su producción… ¿quién ganará esa guerra en el desarrollo del lenguaje digital?

En realidad, lo digital en sí no es finito. Y no creo que exista un ganador o vencedor en la supuesta guerra. Creo que el papel acabará por convertirse en un medio de placer y lo digital en el medio para la información. Si quieres sentarte a disfrutar cogerás una buena revista, si quiere saber qué pasó anoche, lo mirarás rápido con una sola mano mientras preparas el café. El papel evolucionará para dar otro servicio al lector y dejará que lo digital dé el suyo.

En cuanto al proceso de consumibles, por mucho que los recursos sean limitados, sinceramente, confío en el ser humano (qué vamos hacerle, sigo esperanzada y confiando en nosotros) y sabrán encontrar la fórmula de que ni el papel ni lo digital se agoten. Quiero pensar que somos lo suficientemente inteligentes.

Por último, ¿será verdad que todo finalmente acabe en el mercado de Internet? ¿La literatura también?

No. Una de las formas más bellas de vivir es viajando para conocer otras culturas. Puedo ver fotografías/vídeos y leer por Internet, pero nunca sabrás lo que se siente cuando la humedad te asfixia en las Cataratas de Iguazú o cuando entras en el desierto de Angola si no vas físicamente. O cuando pruebas un aguacate en Puerto Rico. Así que no, la vida no puede acabar en Internet. Porque se trata de eso ¿no? De vivir.

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