Quería construir una vida a su lado, ya estaba todo armado, mi cabeza había armado todos los escenarios, donde viviríamos, cuantos hijos tendríamos, quien cocinaría los domingos, como sería el primer pan que haríamos en su horno de barro familiar, como sería la cara de cada uno de nuestros familiares al presentarnos; pero también sabía que sería difícil el separarnos, que él volviera a su país o yo al mío; cuando uno emprende un viaje se entrega al presente y deja muchas veces los «fantasmas» que vuelven a aparecer cuando volvemos a nuestro hogar, y eso me daba miedo, en algún punto mi cabeza sabía que un golpe de realidad podía destruir toda la lluvia, el mar y el verano de Tulum.
    No exagero cuando digo que deposité en él todas las características que quería de un hombre, ¿alguna vez te pusiste a describir cualidades de alguien, como una especie de lista de supermercado, items tras items de todo lo que necesitas?, bueno así, no miento cuando digo que cada items él lo cumplía. ¿Puede alguien cumplir con todos nuestros  deseos?, me animo a decir que sí, es la mente quien lo inventa, lo amolda, lo crea. Crea y descrea.
    Cuantas cosas tenemos en nuestro interior, cuantas faltas que intentamos cubrir, tantos «agujeros» que tapar, como si pudiéramos remendar algo, y ahí la querida amiga mente, que al mezclarse con sentimientos, ideas parecidas, gustos en común, atracción física e intelectual: crea una especie de «menjunje» peligroso.
    ¿Quién puede decir que somos solo presente?. El ser humano es una mezcla de historia, dolores, alegrías, momentos que dejaron cicatrices, y bla, bla, bla…
    Tanto preámbulo para decir que me «pegó fuerte», entró en lugares poco visibles de mi ser. 
    Comencé mi viaje hace mas de un año, y me regocijo en decir que él fue con el único que imaginé una vida, que dejé entrar en mi corazón, no soy de abrir mi corazón a nadie, soy muy selectiva, pero una vez que alguna especie masculina encaja con sentimientos o pensamientos parecidos, se libera una sustancia dentro mío que hace que todo encaje y se arme una especie de mezcla chocolatosa que termina en un «cake» perfecto.
     Al conocerlo vino un flechazo y nos enamoramos al instante, jajaja naaaa mentira, vuelvo a escribir, lo conocí y pensé que quería secuestrarnos a mi amiga y a mí; contextualizo : hotel en construcción, próximo a abrir en «una semana» y este hombre que sería nuestro jefe queriéndonos contratar en un lugar a 40 minutos del pueblo, casi en ruinas, con pantalones cortos y ojotas (ah y pantorrillas picadas por mosquitos); así lo conocí, pero cuando vi la playa y su simpatía, supe que todo estaría bien. 
     Amé su templanza, su carisma, la manera resolutiva de enfrentar todo, y aquí va lo interesante, ¿quién admiraba eso?. 
    Comenzar un camino de auto-conocimiento implica «cacharnos», «mirarnos» en cada paso que damos, y admito que en la época que lo conocí, yo no podía «resolver ni un crucigrama», totalmente caida al llegar de EE.UU, con una gran propuesta  laboral rechazada por mí, y de vuelta sin dinero, en un pueblo que nos recibió inundado, con valijas de mi tamaño, y con aires de ir a vivir a un lugar similar al de Miami, la moral y la autoestima no eran las mejores, en crisis con mi compañera de viaje, sin ganas de salir de la habitación, y no pudiendo ni siquiera entender por qué había cambiado así mi escenario. Esa era yo, esa era Antonella Valverde en ese momento.
    La mente nos juega una mala pasada, magnifica momentos, sumado a la distancia, a los meses de viaje, a la vulnerabilidad de sentirse pequeño, y a este hombre maduro e independiente que era la antítesis de todos los hombres que había conocido en mi vida.  
    El primer beso fue de película, yo ya viviendo en el hotel en el que trabajábamos juntos, noche, pequeñas gotas de lluvia sobre nosotros y el sonido del mar de fondo. Cuando mirábamos al cielo podíamos ver las siluetas de palmeras moviéndose, algunos mosquitos nos implicaban hacer pasos de baile, y nosotros ahí, mirándonos y sonriéndonos, él tampoco podía creer lo que estaba pasando, y yo… «yo paseaba en bicicleta mirando el mar más bello que existía», eso fue ese primer beso, y ambos lo supimos, ambos suspiramos al ver que la naturaleza «complotaba» con ese encuentro.
    Los días siguientes fueron hermosos, me «presumía» al mundo, a su jefe, sus empleados, a mis amigos, es como si de la noche a la mañana, después de ese beso y de «decirnos lo que sentíamos»  hubiéramos entrado en otra dimensión en donde ya eramos pareja,  vivía una especie de ilusión en medio de la playa… 
   Intenté en todo este tiempo dar explicación lógica a lo sucedido después de su partida, el regreso a su país era como yo lo había imaginado, su gente, su lugar, sus hijas, su ex, la pandemia, el encierro, hicieron que me olvidara… STOP, toda la oración anterior es lo que mi cerebro imagina, las piezas que trata de inventar del rompecabezas que dejó vacío. Vuelvo a lo mismo, la mente crea y descrea a nuestro favor o en nuestra contra. 
    ¿Quién es amigo de su mente?. ¿Quién es capaz de distinguir entre pensamientos nocivos, entre pensamientos favorables y entre lo que en realidad pasa?.
    » – Está enojado conmigo; – yo hice las cosas mal; – descubrió que la playa quedó solo en un viaje de verano; – se enamoró de otra; – volvió con su ex;  – sí vendrá a buscarme;  – tal vez no vuelva mas; – creo que sí me quería»… Y nuevamente bla, bla, bla… un parloteo constante; mis pensamientos intentaron dar explicación a acciones ya formadas, entonces: ¿qué es lo real?, ¿los actos o las interpretaciones de los mismos?. En este párrafo traeré lo fenomenológico, es decir lo que vemos como és y se presenta, y  la fenomenología aquí es que se fue un día, escribió una semana desde Uruguay y desapareció sin previo aviso, literalmente desapareció, ojo no le agarró el COVID-19, sigue vivo, lo sé por personas con las que sí se comunica, pero desapareció de mí.        
    A veces pienso que yo cree todo este escenario, me gustó, lo busqué, le di señales y ¡pum!, el hombre se rindió a mis pies, mujer joven, guapa, viajera, soltera, sin hijos y con valores claros (buen partido ¿no?), por menos de eso hoy en día, en este siglo XXI un hombre de 40 años mira a alguien de 30…
    El día que me dijo que su partida se adelantaba, estaba despidiendo a mi compañera de viaje, ella volvía a Argentina y yo por una especie de «corazonada» había decidido quedarme un tiempo más, corazonada que le atribuí a Facundo, después a descubrir que una amiga me traicionaría, a traer mi independencia perdida y a vivir lo que tenía que vivir (carencias económicas, adaptación a mi nuevo hogar, cambio de trabajo, amigos nuevos, pandemia mundial fuera de mi país, etc)… El día que Camila tomaba el vuelo me agarró una especie de miedo, ¿podría sola?, «ni tan sola», se quedaría Facundo conmigo unos quince días más, después iríamos a Brasil, trabajaríamos juntos, a los meses iría a Argentina a ver a mi familia y volvería para decidir si me quedaba alli o viajábamos juntos a EEUU. Todo eso había armado mi cabeza, ah y por supuesto preparar todo para comenzar a formalizar esto que estábamos comenzando. 
     Facu en el camino del aeropuerto a casa me dijo que regresaría a Uruguay al día siguiente, en ese momento me sequé las lágrimas y supe que todo sentimiento en ese auto sería nocivo, no era momento de sentir, en silencio modo «estado de shock», comencé a armar mis próximos pasos,  a imaginarme sin mis dos bastones, era una oportunidad que me daba la vida para demostrarme que podía sola, y sabía que si me quedaba llorando me caería como al llegar a México y no me iba a permitir eso nuevamente. Tuve una nueva corazonada, esta vez, que todo se terminaría ahí, habían muchas cosas que teníamos que afianzar en  lo que veníamos construyendo, nuestra comunicación tecnológica por ejemplo era muy deficiente, y  en kilómetros de distancia esa comunicación era la única que tendríamos. 
     Me prometió volver, nos hicimos promesas, creo que son hoy las que hacen que me aferre a esta idea, las palabras tienen peso, y crearon un lazo invisible entre él y yo. 
     ¿Qué me gustaba de él?  Era resolutivo, amable, progresista, resiliente, buen humor, brazos de oso y muy cómodos para ver películas, independiente, sin miedo a tomar decisiones, seguro de sí mismo, protector (…).  
    ¿Cuántas de esas cualidades las tenía yo?.
    Dicen que cada persona llega por algo a nuestra vida, para mostrarnos una parte nuestra, como una especie de espejo que nos refleja a nosotros mismos, ojo no solo se reflejan las cosas buenas, sino también las carencias, las debilidades y las fortalezas.
     Somos nuestra historia, a menos que decidamos librarnos de ella a través de un camino de auto-conocimiento, es decir, decidamos que no nos maneje ni nos condicione, a esto me refería al decir que la cabeza y el corazón hacen «menjunjes peligrosos» y agregaré «interesantes». Muchas de sus calidades fueron magnificadas por mí, y muchas otras cosas que también forman parte de él no las quise ver, las pasé por alto.
     Entonces, el escenario del primer beso, las cenas en el mar, las charlas sobre nuestro futuro (JUNTOS), las salidas con amigos, el «tu vida conmigo y sin mí», el «que hermoso fue encontrarnos» y el «ya no estamos solos»: ¿fue falso?, ¿lo que sentimos en el tiempo que nos conocimos no fue verdad?… 
     Llegado a este punto debo confesar que sí creo en el amor, en las «almas gemelas» pero todo esto solo es posible en un ambiente limpio, (sería algo así como si plantáramos una semilla en una tierra con plantaciones previas, ¿el fruto de la nueva semilla será puro en este ambiente?, ¿podrá crecer?) aquí abriré doble paréntesis,  hablo de crear relaciones sanas, «de aquí para adelante», sin ningún rastro de pasado ((( llámese pasado a todo lo que existe previamente en nuestro interior y dejó marcas))).
     El punto aquí, es que Él, el amor de mi vida de verano, desapareció de mí,  y puedo apostar que con su partida aprendí mucho más que con su llegada, sí que me puso entre la espada y la pared para hacer un trabajo interno, algo mas o menos así: «anto_trabajoparaentendersupartida.medejo@notecaigas.tul».
     Hoy creo que si algo es para uno, llega, y si no lo es, no llegará. Aquí aplica la frase de mi amiga mexicana «si algo es para vos lo será aunque te quites y si no lo es, no lo será aunque te pongas», ¿se entiende un poco más cuando digo que mi mente creo mucho de estos escenarios?. 
     Después de todo el tiempo que pase esperando sus respuestas, su regreso, de entender mas, de entender menos, observando las preguntas, los sentimientos y las sensaciones que tuve,  pude ver con mas claridad que mi encuentro con Facundo estuvo condicionado por mis carencias, por mis deseos, por mi pasado, por encontrar «el amor», y todo esto creó un escenario perfecto, no un escenario de amor perfecto (las cosas no vienen como las queremos sino como las necesitamos), era un escenario para mostrarme lo que tenía que sanar y cultivar en mí.
     Hoy, sí puedo decir que existió una verdadera historia de amor, que marcó un antes y un después en mi vida, algo fantástico, una historia de amor y encuentro CONMIGO MISMA y sé que este sí es el punto de partida para decir «de aquí hacia adelante»… 
 

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