Por culpa de un juego

Por culpa de un juego

Nos conocimos por un juego, de los tantos que hay en internet. Un amor virtual, amor de la red. Pasamos tiempo pegado a la pc, con risas expresadas y no escuchadas. Decidí ir a verla, conocerla en persona, le comente mi idea y se alegró, me dio su dirección y la aventura inicio.

Los nervios hicieron camino en mí ser, las dudas nacieron. Pero mi corazón me decía que ella no me iba a lastimar. Le comente lo que haría a mi confidente, mi padre (soy apenas un joven, no esperen más), me dio palabras sabias y aborde el bus con gran ilusión.

A las cuatro de la tarde empezó mi viaje. Uno que duraría tres días. El bus marchaba a 80 km/h. El paisaje no era agradable, desierto y campo mezclado, todo lleno de basura. A mi lado un pasajero que daba la sensación de ser peligroso.

— ¿A dónde vas? —me pregunto él.

—A la ciudad de lima. —le mentí

—yo también.

Y así iniciamos una conversación. A mí no me gusta hablar mucho. Si fuera una hermosa dama otra sería la historia. Me dijo que su nombre era Fernando, viajaba con su cuñado y algunos amigos más.

Dos horas de charla y yo pidiendo a Dios que sucediera algo para que dejara de hablarme.

En ese momento el vehículo se detuvo. Dos camionetas policiales estaban allí. Se suben dos sujetos uniformados y mencionan un nombre desconocido. Piden que baje del vehículo aquella persona y nadie responde.

El oficial se molesta y eleva la voz, pero nadie le asunta.

— ¡todos los varones su documento a la mano! —grita el policía.

Entonces dirijo mi mano a mi billetera, donde siempre ando mi documento y alguien se levanta de su asiento y dice que es quien busca. El policía se enoja y le grita por hacerse el sordo cuando dijo su nombre. Aquel joven permaneció callado y lo hacen bajar del bus.

Unas personas que iban con él intentan sobornar al policía, pero este se niega.

Entonces todos hacemos preguntas.

Resultó que el joven se había retrasado en pagar la manutención de su hija pequeña y salió su orden de captura. Maldije mi suerte, como está la justicia tan podrida que se llevan a ese joven y no al sujeto que estaba a mi costado.

—por un momento pensé que venían por mí. —me susurro Fernando, mientras los policías bajaban del bus. —acabamos de dar un gran golpe y estamos escapando.

Ese bastardo me dio una información innecesaria. Mi cabeza en ese momento estaba por explotar. Me quede sin saber qué hacer, esperaba que sea una broma, pero para mala suerte mía me muestra con disimulo su mochila y allí se encontraba mucho más dinero del que yo había visto en mi corta vida. Y para rematar las cosas un arma estaba allí.

Quien en su sano juicio le revela esa información a un desconocido. Quería avisar a la policía, bajar del bus, pero me quede en silencio. Me dije que si callaba entonces llegaría a verla a ella tal y como estaba planeado.

Seguimos hablando, yo con nervios. Mi mente me jugaba una cruel opción, que el bus iba a ser asaltado y matarían a todos. Que el único que se salvaría iba a ser aquel que bajaron los policías.

El tiempo transcurrió lentamente. Miraba la hora a cada rato y en cada puesto de control mi corazón se aceleraba. Por favor que no note nada, esta persona se encuentra armada y he de suponer que quienes lo acompañan también. Es posible que haya un intercambio de balas, que termine muerto y nunca la llegue a ver.

Un día acabo y llegamos a Lima.

—también bajas aquí verdad. —dijo sonriendo Fernando

Mierda, mierda, mierda. Yo y mi p… costumbre de mentir. Sin saber porque termine bajando del bus junto a ellos.

— ¿A dónde te vas? ¿Te podemos jalar si quieres?

En ese momento me acorde de mi tía. Aunque no quería que se entere que iba a conocer a una mujer era la única que me podía ayudar en ese momento.

—mi tía me dijo que le avisara cuando llegara a Lima para que venga a recogerme, porque se había mudado de casa. —le mencione a Fernando.

Me separe de su grupo y hable con mi tía, de paso compre pasaje para el día siguiente viajar hasta donde vivía la mujer que amaba.

Tardo media hora en llegar mi tía. Tan bullosa como siempre, pero debo rescatar que siempre nos ha tratado bien a mi hermana y a mí.

Cuando llegamos a su casa, me sorprendí bastante. La casa más bonita que había visto, me invito una comida y nos pusimos a hablar. Al día siguiente que aborde el bus me encomendé a Dios y pedí que nada malo sucediera.

Pero me compre un asiento en la parte baja del bus. Me costó más pero al menos nadie me molestaría y menos me hablaría. Bus cama, wi-fi gratis y buena comida. Desde aquel día me quedo el hábito de viajar en primera clase. Desde ese día también deje de viajar mucho.

Cuando llegue a mi destino, ella me estaba esperando. Nos dimos un abrazo, pero ni un solo beso. Recorrimos la ciudad, reímos y a los dos días nos besamos por primera vez. Pero no todo resulta como uno quiere, lo de nosotros no duro.

Al momento de regresar a mi ciudad me di con la sorpresa que en los titulares de los periódicos informativos, que en mi país no son muchos, la imagen de Fernando estaba en ellos.

Capturaran a peligrosa pandilla, decían los medios. Me alegre, pero pensé que hubiese sido mejor si los capturaban unos días antes. Quizás así mi historia con ella sería distinta.

Debo mencionar que el juego se cerro, y de todas las personas que conocí, solo con ella sigo hablando, y de vez en cuando… de vez en cuando… bueno ya somos adultos así que lo dejo a su criterio.

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