Ahora

que dejé de respirarte,

ahora más que nunca

tu piel es oxígeno

en las tardes renegridas,

hasta que la noche viene clara

a desnudarme la inspiración.

Ahora

que tengo la cabeza

deshabitada de tu voz,

ahora más que nunca

escribo en verso

el eco de risas y palabras

muertas sin haberles dado

la oportunidad de ser.

Ahora

que cambiaste el marco

a las puertas de la lujuria,

ahora más que nunca

se suceden las mil y una noches

de espaldas al reloj,

en papel mojado envuelto

el frenesí de las memorias perdidas.

Ahora

más que nunca

te respiro, te oigo, te siento.

Ahora

como nunca

sé que te quiero.

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