Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.
Antoine de Saint-Exupéry.
Día 8
Teníamos agua pero la comida era cada vez menos, era tan escaza la comida que quedaba que esa mañana una vez que levantamos todo, lo único con lo que nos alimentamos era una combinación de café, con avena y piloncillo, sin azúcar, sin nada más, era degradable pero fue lo último a lo que pude llamar alimento desde ese punto.
Soy una persona muy precavida por lo cual siempre hacia preguntas acerca de lo que nos aguardaba del camino ¿Cuánto resta del camino aun?, ¿A dónde nos dirigimos?, ¿Qué hago si me pierdo?, etcétera. A lo cual solo me respondían con:
-Si te pierdes debes entregarte no intentes llegar solo, el desierto te comerá vivo y sobre el camino, te lo diré cuando estemos allí.-
Pero ese día insistí un poco más, creo que tenía un mal presentimiento, de alguna manera logré que me dijera el camino que debía seguir, sus palabras fueron:
-Debemos salir de las faldas de estos cerros, cruzar el llano que esta frente a nosotros, llegar al cerro de “la virgen” (apuntó hacia un cerro blanco y plano) y desde ese lugar podrás ver las luces de los autos que transitan la carretera, solo son dos días de camino más.-
Me brillaron los ojos de alegría al escuchar esas palabras, ya había pasado lo peor, estábamos cerca de nuestro destino, recuerdo escucharlos hablar de las cosas que harían al llegar, todos estábamos entusiasmados y listos para partir.
Empezamos a caminar, en poco tiempo salimos las faldas de los cerros en los que dormimos un día antes, estábamos a punto de entrar al llano, mientras más nos acercábamos, pude observar algunas láminas de colores en medio del camino, era un pequeño campo de tiro en el cual entrenaban los soldados, sentí que era demasiado arriesgado el seguir por ese camino, pero solo me callaron y continuamos, “donde manda capitán no gobierna marinero” seguimos derecho…
Casi a la mitad del llano, como si lo hubiese previsto o tuviera mala suerte por haberlo comentado, empezamos a escuchar las hélices de un helicóptero en las cercanías, se estaba acercando… cuando el guía se percató de él, nos ordenó a todos que nos ocultáramos lo más rápido posible, nos tiramos al suelo debajo de un pequeño arbusto el cual no era lo suficientemente grande como para poder persuadirlo.
Estaba allí tirado en el piso con la cabeza boca abajo, mi corazón latía con mucha fuera, sentía miedo; giré mi cabeza a la derecha y al abrir mis ojos lo mire, estaba descendiendo a un lado mío, sabía que era punto muerto…
Todos nos levantamos y comenzamos a correr lo más rápido que nos fue posible, cada quien tomo rumbos diferentes, solo pude tomar un galón de agua el cual llevaba con fuerzas en mis manos.
El helicóptero volvió al aire y comenzó a seguirme, recuerdo perfectamente esa voz femenina diciéndome desde el altavoz del helicóptero:
-What are you going to do? Where are you going to go? What are you doing?-
Lo repetía una y otra vez de manera burlesca, seguía mis pasos, ya estaba demasiado cansado… debía desaparecer de su vista, así paré en un pequeño árbol e intenté recuperar mi aliento lo más que pude, esperé a que volviera a descender, cuando fue indicado… corrí lo más rápido que pude al lado contrario de donde estaba, en cuanto lo perdí de vista, me tire al suelo y me quede allí tirado en silencio, sin moverme por varios minutos, lo escuché pasar varias veces, parecía que había funcionado, al menos habían dejado de seguirme. Cerca de donde estaba tirado estaba el tipo que transportaba el alimento, me dijo:
-Hay que regresar al pozo de agua, allí nos miramos, debemos separarnos para que así sea más fácil despistar el helicóptero… tenemos que apurarnos, si llegan las perreras no habrá nada que podamos hacer para escapar-
Yo:
-Está bien allí nos vemos-
Poco a poco, escondiéndome y siendo precavido pude llegar a esos cerros en los que estábamos esa mañana, solo que no había nadie allí, estaba solo. Los esperé en lo más alto, donde la vista era mejor, pero nunca llegó nadie.
Debía continuar, sin comida, cansado y con un galón de agua, ¿Qué tan lejos podía llegar?, una vez que parecía adecuado empecé a recorrer de nuevo el llano, esta vez rodeándolo como quería hacerlo desde el principio, no me importó que tardara más, en mi cabeza esa era la manera segura de hacerlo, al final de cuentas, ahora cargaba un galón de agua solamente.
Con temor y miedo logré pasar sin ningún problema, era cierto que después de la tormenta viene la calma, solo que no sabía si la tormenta ya había terminado o solo estaba en el ojo de ella… llegue al cerro de la virgen, subí hasta la punta de él, ya arriba me quité el camuflaje, junto con algunos suéteres que aun portaba, hacia demasiado calor y ya no me podía dar el lujo de sudar tanto, entre menos peso mejor, también tenía que dejar todo lo que me relacionara con el viaje, ahora que lo pienso caminar por el desierto con unos jeans, una camisa y un suéter delgado tampoco fue la mejor decisión que pude tomar, en especial de noche.
Una vez allí en la cima del cerro empezaba a obscurecer, las temperaturas a bajar, aun después de lo que el guía me había dicho, tampoco había señales de la carretera por ningún lado.
Este es solo una pequeña parte del relato, si te gustaría conocer más sobre mi experiencia y saber cómo concluye el viaje te invito a que pases por mi perfil, en él publicaré el resto de la historia así como los días previos y posteriores a esto, espero que sea de tu agrado, muchas gracias por tu atención, te invito a hacer una critica constructiva en la seccion de comentarios.
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