El CASTO CASTAÑEDA
“¿Qué es lo que miras gran envidia? Decía el ilustre y casto Castañeda, rápidamente esta bajaba la cabeza y a lavar los platos de las buenas obras iniciaba sin gana, pero entre dientes decía con malicia, maldito animal reprimido”
Esta era la vida del casto Castañeda
Un buen hombre de extremada nobleza
Que vivía en un monasterio de gran belleza
La gente solía calificarle de santo
Pues con los pobres era muy interesado
Y con el sufriente muy entregado,
Dando limosna con abundante brocado.
Solía llevársela con gente de la alta sociedad
Para que le ayudaran en el trabajo de la equidad,
Pero aunque solía vérsele con tanta amistad
En su monasterio reinaba la soledad.
Cuando caía la noche lo abrumaban sus demonios,
Las sombras habitaban sus aposentos
Y tres mujeres desnudas se restregaban los senos
Moviendo sus traseros prendían incendios
El solo colocaba un crucifijo al frente
Tras cuatro o cinco persignadas insistentes
Intentaba apartar el pecado eminente
Pues al diablo no se vence fácilmente.
¡Perras, que el señor os perdone!
Por tentar a un hombre tan noble
¡Cállate hijo de Adán! Dicen ellas
Tenemos derecho por ser tan bellas.
El casto Castañeda, tomo disciplina y silicio;
Desembolsillo una camándula diciendo Dios mío
A la vez que abrió un ritual de exorcismo
Y corrió a esconderse en el templo
Para poder meditarse a sí mismo.
No entendía el abandono de su dios
En ese momento de aflicción
Pero en eso que rezaba el casto de rodillas
Se vio la entrada de un cerdo como buscando comidillas,
Se para frente al pobre Castañeda y dijo ¡oin!
El casto alzó la mirada, viendo a tres mujeres desnudas.
Y dijo con ferocidad, ¡en esta tierra no estoy!
Mi alma transciende a lo divino
Con los pecadores no me las voy.
Mis antecedentes son de un rabino
Y hare respetar lo que mi Señor me dio de camino
Mientras el casto hacia promesas de alta alcurnia
La primera mujer hablo con apatía
Tocándose un ceno con decidía, dijo en sintonía
¡Vos sos un hijo de perra, ven que soy la lujuria!
Te he observado durante años convencida
Que nos daríamos una culiada de bienvenida
Así que deséame con pasión poco interrumpida
Que la vagina me lubrica con valentía
Y te llama que penetres sin esperar otro día
Ya que con eso nos hacemos justicia.
Luego hablo la otra mujer masturbándose con zanahorias
Y con la boca llena de ansias:
¡Oh, Castañeda amado, cómeme que soy la gula!
Y límpiate luego con una estola
Para que ojala no nos duela la cola.
Te regalo un pastel de cebolla
Y lagrimas sociales en una botella.
Posteriormente habló la pereza
¡Soy mujer desganada e indecente que bosteza!
Odio la actividad del mundo y su decencia
Así como a la burguesía y su sentencia.
Suelo acompañar al melancólico y al suicida
En sus sueños de petunia
Pero no les ayudo en nada
Solo de escapar de su nada,
Para que luego las angustias vuelvan en manada
Destruyendo su pasividad amada.
En ese justo momento dio un ladrido un perro
Que luego fue transformado en tres ancianas de carácter sereno
Que decían venir en nombre del dios del cielo
Para liberar a Castañeda de su infierno.
¡Oh, benigno casto te compadecemos tanto!
Te liberaremos de las putas de nuestras hijas en un blus instantáneo
Con múltiples astucias, en amores semillitas de tu luz santo reo
Somos tus madres y cuidamos de tu nostalgia y tedio.
Recuerda que las personas también cambian por el medio
O por la sensación extraña que dan los otros, llamada miedo.
¡Hey! ¡Mírame cuando te hablo malcriado!
Yo soy la soberbia y odio que me dejen a un lado.
Alaba mi ingenio que es muy bien refinado,
Muéstrate fiel a mi presencia y jamás mal humorado
Que yo te mostrare la gloria del éxito no distorsionado
Pues los pecadores y herejes deben alejarse de tu amor ordenado.
¡No hagas caso a ello! dijo la avaricia
Yo soy la única que merece respeto
Ya que te e acompañado siempre en la vigilia,
Dame todo, no te quedes con nada, pues lo detesto.
Detesto lo aprieto de lo ajeno intrépido,
Son egoístas y no comparten lo que es mío
Haciendo que mi pobre alma se muera de frio.
Quiero tenerlo todo, todo sobre vuestro camino
¡Vasta! ¡Dejen de aguevonarce! Dijo la ira
Hasta que no lo maten no dejaran la sátira.
¿Creen que el paciente emérito necesita tanta caca?
El solo anhela los caprichos de Dios siendo una aljaba
¿Acaso ante sus divinos pies no suele escurrir la baba?
Es bellísima en ultimas su naturalidad derrocada.
Muéranse los hombres, que se limpie la tierra,
Son paracitos que desasen la belleza.
Sin ellos el mundo sería mejor
Pues se hieren entre ellos, fomentando el terror.
La muerte acoge sus vidas en lo efímeros que son
¡Odio al mundo y me odio a mí misma!
A la mierda la poesía, a la mierda la rima
Lo nauseabundo de lo lógico llega a su fin
Aquí reina el caos y la locura es el celemín.
Después el monasterio sucumbió al silencio
Y se alzó un frio de tarde de cementerio
Con más nada que nunca, que hasta el ser dudo y tembló.
El momento se pasó el dedo por entre el culo y se lo olio,
¿Acaso soy falsa narradora?
¿Acaso la envidia no necesita ser social?
Tu señor jota dejaras de narrar,
Deja lo verídico de despilfarrar
Pues seré tu follada incondicional.
El casto Castañeda cayó rostro en tierra,
Repitiendo en voz alta ¡Vade retro satanás!
Que aunque la mona se vista de seda, mona se queda
Y aunque sean buenas amantes y compañeras
En últimas no son más que quimeras
Que mantienen en un mundo ilusorio de cornelias
Luego dijo un ave maría
Pensando en cómo al santísimo miraría
Pues el pecado no le dejaba su caricia
Y sus demonios le atormentaban la conciencia
Aunque pareciesen ser a ratos una delicia.
Causaban ánimo a ahorcarse
A sacarse del pecho el corazón pedante
Para no tener que masturbarse,
Para no imaginarse un buen acabado culo.
Castañedo hombre barbudo,
Besaba concienzudo el tabernáculo agudo
¿Qué será de mi mortal estúpido?
El infierno me espera por pecador inmundo
Pero para quitarme esta pena de enzima
Voy a bórrame lo que el sentir revitaliza
Pues más vale entrar manco que con todo al fuego
Seré en adelante un hombre sin apego.
Apenitas y Castañeda dijo ello
Se desnudó todito desde el cuello
Cogió unas tijeras y se cortó las orejas
Seguido de la lengua mengua,
Hasta que llego a sus pelotas
Las cuales cortó sin demoras,
Así que solo le quedaban los ojos
Los cuales quemo ya sin antojos.
De las manos por ultimo corto sus dedos
Y en los pies clavo una puntilla sin deseos.
Luego durmió dulcemente,
Pensando en lo clemente.
Su castidad estaba de regreso
Y eso era un verdadero progreso.
Dentro de su flagelación sintió la felicidad
Y un sublime aire de libertad
Algunos dicen que todavía se le ve en su monasterio,
En cambio otros dicen que está muerto, pero no hay criterio.
El caso es que a la envidia siempre le toca la peor parte
Y en verdad que sufro bastante.
Castañeda nunca me amo un instante
Pero aun rondo en su existencia,
Soy una mujer difícil de dejar
Y que tiene siempre esperanza e insistencia
Sabiendo lo que realmente es amar
En este mundo de mentiras y locuras del casto Castañeda.
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