Comenzaste siendo como todos los meses. Insaciable. Perspicaz. Y hasta cierto punto triste. Sentí el fuego correr por mis venas, el llanto por mis mejillas, el viento por mi piel.

Volví a viejos hábitos, ya descartados a decir verdad. Volví a amarlo. Él tiene ese porte y camina con él. Él tiene esa ironía, que tan bien la maneja. Y la tiene a ella, caminando a su lado. Lo único que se queda son mis lágrimas, empapando su vieja remera. Pero, ¿Cómo seguir si él tiene todo lo que alguna vez soñé y perdí? ¿Cómo olvidar aquellos besos? Las caricias que llenaban mi alma y me hacían sonreír como nunca lo había hecho. Olvidé mis problemas a su lado.

Y llamé, llamé y nadie contestó, pero puedo arreglarlo, puedo hacerlo mejor. Puedo hacer esto de nuevo. Bienvenido al infierno, si esto es lo que buscabas. Sí, no puedo olvidarte y tu recuerdo duele. Duele como nunca. Frío. El frío de aquel agosto todavía lo puedo sentir en mis manos. Lo amo como la primera vez. Lo amo como la última vez. Lo amo por siempre. Lo amo para la eternidad.

Confío en que aquel adiós fue más triste que esta situación en la que me encuentro. Siento electricidad. Si se va, más lo voy a amar. Desearía estar muerta. Tengo miedo de que no me espere del otro lado.

Cada vez que cierro mis ojos logro verlo y otra vez me desmorono. Extraño su sonrisa, sus ojos, la forma en la que me hacía suya, a su manera. ¿Cómo supero eso? No puedo, aunque quiera. No consigo seguir adelante y lloro todos los días por él.

Sé que necesito ayuda querido Mayo, pero qué más puedo hacer si todo lo que pude lo intenté y no hubo resultado. Me encuentro en un estado que no puedo describir. Lo amo, lo sigo amando a pesar de los lamentos. Siempre encuentro una razón para hacerlo y no dejarlo ir. No puedo, no quiero hacerlo.

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