Prometo no olvidarte.

Prometo no olvidarte.

Samara Norzagaray

22/07/2017

México, 26 de junio de 2016

Querida Dailany:

Hace unos meses encontré tu dirección en una de las agendas de mi madre, y recordé aquellos tiempos en que solíamos salir a pasear. Era tan mágico.
La lluvia de esta mañana me recuerda a ti, los cantos de los rayos no me dejan pensar tranquilamente, y el viento azota en los árboles creando unos silbidos como los que hacías para llamarme por las tardes.

Me gustaría saber qué ha pasado desde que decidiste irte a España. Aquí todos te recuerdan como la pequeña rubia que nunca paraba de hablar, eras la intranquilidad y la felicidad del pueblo, ahora sólo tenemos un basto silencio.

Espero que puedas comunicarte pronto, te envío muchos abrazos, con cariño,

Liam.

La constante lluvia es como una gloria en este pueblo, desde que Dailany se marchó lo único que nos hace sonreír es el estridente sonido de los rayos que transmutan el cielo. Es mucho mejor que el silencio que llena los confines del pueblo al caer la tarde.
Espero realmente que se encuentre bien, y que muy pronto pueda regresar acá.

España, 25 de julio de 2016

Querido Liam:

Me alegra saber que aún me recuerdas, creí que me habías olvidado, igual que lo han hecho todos. Últimamente me he sentido sola, es como si todos me hubieran abandonado en un rincón.
Las cosas han ido bien por acá, pero nada es tan maravilloso como la calidez de mi pequeño pueblo. Espero poder regresar pronto, le pedí a mi madre que me llevara allá hace dos años, pero ella sigue negándose a la idea de regresar.

Aún conservo tu libro, olvidé devolverlo cuando me iba a marchar, espero que pronto esté en tus manos, llevo dos años esperando me pidas lo regrese y tener algún motivo para volver a México.
No olvides alimentar al cachorro de Amelia.

Saludos desde algún lugar no muy lejano, pero vacío como un abismo.

Dailany

El recibir su respuesta me alegró la mañana, y me hizo recordar todos los momentos en que me pedía compañía para pasear al cachorro de Amelia. Dailany y yo paseábamos y alimentábamos al cachorro cada tarde, con la recompensa de una galleta hecha con amor.
Amelia era una anciana muy linda y comprensiva. Falleció un año después de la marcha de Lany, y dejó su cachorro a mi cargo.

Por primera vez en semanas, la mañana es soleada y cálida, tal como a Lany le gustaba. Quisiera que ella estuviera aquí, y pasear por las calles como hacíamos cada tarde, hasta que caía la noche.

Hoy es 25 de mayo de 2017.

Han pasado algunos meses desde que comenzamos a escribirnos, su última respuesta fue el 5 de enero. La carta me transmitió algo muy extraño, ella escribió que el silencio y la soledad le llenaban los huesos, que su madre la había abandonado al igual que todos, y que necesitaba un poco de amor y no de lástima. Está pasando por un mal momento, y necesita compañía. Mi vuelo a España sale esta noche.

10:45 a.m

Los aires de España son muy abrigadores, no entiendo por qué Dailany quiere regresar a México. Me dirijo a su casa, con una rapidez que mi cuerpo nunca había manifestado.
Toco la puerta con cautela, y una mujer un poco desaliñada abre la puerta. Parece ser la madre de Lany, pero ella tiene el cabello oscuro, y la mujer que acaba de salir tiene el cabello teñido de canas, y un rostro un poco viejo.

—Buenos días. ¿Se encuentra Dailany?

—Disculpa, ¿quién eres?—. Respondió la mujer con las lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

Su expresión al mencionar a Lany me preocupó. Pareciera que hacía tiempo no escuchaba su nombre, o que habían discutido. Quería salir corriendo, pero ya estaba ahí, y debía hacerlo.

—Soy Liam Pirce. Amigo de la infancia de Lany.

Su rostro se bañó en lágrimas, sus ojos se veían vacíos y perdidos. Mi corazón se aceleró, y necesitaba respuestas rápidas.
Se acercó a mí y tomó mi mano.

—Liam, soy su madre, no sé si me recuerdes. Es muy doloroso volver a escuchar su nombre después de tres años. Lo siento tanto, yo intenté, pero no había manera.

Sentí una punzada en el pecho, ¿qué intentaba decirme?, no era posible. Lany estaba viva.

—¿Ella…?, ¿Dónde está?

—Hace tres años le diagnosticaron leucemia. Al principio estaba muy mal, me volvía loca la sola idea de perderle. Una mañana ella estaba radiante, el doctor me dijo que estaba mejorando, y que eso lo sorprendía, pero esa noche. El 5 de enero, al irse a dormir, me entregó un libro y me dijo que lo regresara a su dueño que ella no podría hacerlo—. Su voz se quebró, y con las manos temblorosas se cubrió el rostro—. Se despidió de mí, y me pidió que le prometiera que te contactaría, pero lo intenté por años, y nunca encontré ningún rastro de ti. Me pidió llevara sus cenizas a México, pero yo no permití que le hicieran eso a su cuerpo. Ella descansa aquí, lo lamento tanto, yo quisiera…

Un balde de agua fría me cayó del cielo, no podía ser real. Ella había estado escribiéndome, no quería que fuera verdad. Me derrumbé. Ahí en su puerta, a los pies de su madre, me derrumbé a llorar como un bebé.
Su madre me entregó el libro, lo abrí y en la primera página se encontraban sus últimas letras.

Liam.

Quería llamarte, y pedirte una disculpa por no devolver el libro, pero ya es tarde. Sólo queda esto. Quiero que sepas que nunca te abandonaré, porque mi alma siempre estará a tu lado. Y pedirte, que por favor, no me olvides, que no me abandones como hacen todos cuando una persona muere. Estaré siempre contigo, si me prometes no olvidarme. Si me prometes que siempre serás mi compañía en la lejanía que tiene como distancia un abismo, aterrador y silencioso.

Con todo mi amor, para mi mejor amigo.

Dailany


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