6:45 me despierta el ruido ensordecedor de una Samsonite rodando por la acera. La estación del bus queda al lado.

7:00 mientras hago mis estiramientos me sobresalta el ruido del barril de cerveza que el dueño del bar hace rodar. Me asomo, él mira al cielo.¿habrá terraza hoy?…va a ser que sí

Rodeo la calle por el pasillo de mi casa. Abro la ventana de la cocina. Me tomo dos cafés antes de asomarme a la vida.

7:30 voces, tumulto, adolescentes desgarbados por la edad y por el peso de las mochilas. Desde arriba parece una revolución de Ninjas. Acné, hormonas en plena efervescencia. El colegio abre el portón. Tres cantos antes de encomendarse a la madre del Buen Consejo.

Desde otro ventanal un semáforo, conductores ansiosos, grua, bocinazos, mujeres que corren con bolsas y con niños.

Donde hay un colegio hay negocio pero yo no he podido nunca entender la moral de esa mujer que cada día abre esa tienda de jerseys más antigua que las cadenetas.

Tras la tempestad, la calma. Bajo al contenedor a tirar periódicos viejos y me percato de que alguien está de mudanza en mi edificio. No tengo ganas de preguntar. La semana que viene le corto el pelo a mi hijo y el de la barbería me dará detalles oficiales y extraoficiales.

Las horas pasan, la terraza del Morry colocada, otro día más el dueño ha hecho un pacto con las nubes.

 ¡Al fin! 17:30 me preparo de nuevo bajo a la calle.El ruido de fondo de siempre:

-“que poca educación la de los jóvenes de hoy en día”, “tanto colegio de monjas para nada”

-Señora la salida de un colegio no es momento para pasear, haga como yo, como los mozos veteranos y cobíjese en un portal. Los Miura salen, es viernes lo hacen con fuerza, arrollando, quieren embestir..Es lo que tiene el pavo.

Espere unos minutos y los morlacos se dispersaran por otras plazas.

Hambre voraz, ruido de Albal en forma de bolas que caen al suelo.

Compro algo para la cena, es lo que tiene la ansiedad: da hambre. SOS mi hijo se ha roto el jersey en el recreo, no tengo ganas de “shopping”, haré gasto en el comercio vecinal, esa tienda tan rancia, tan…

Ya en casa suena el timbre, es mi vecina. Un asunto doméstico, sin más. Se da media vuelta y en el rellano me pregunta: ¿Habrá vida después de esta calle?

CALLE GALICIA, LOGROÑO

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                                          FIN

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