Fallecí en el 88, en el mes de abril, tenía muchos amigos y una familia, mi cuerpo no fue quemado, y menos mal porque no sé cómo va eso, quizás nada tenga que ver y hubiera podido vivir esta experiencia aunque hubiera sido incinerado, pero no lo tengo claro. Mi cuerpo con el que camino y siento, no sé si es el mismo cuerpo de antes, aunque no creo porque la gente parece ser que no me ve y nunca me duele nada.

Estoy enterrado en un lugar muy bonito porque es el sitio en el que viví mi infancia, que aunque no haya sido una infancia fácil está plagada de recuerdos. Bueno lo de enterrado es un decir, pero para que me entiendan: hay una placa con mi nombre y flores.

La experiencia que les quiero contar es que aunque a Manuel y a otros que me rodean les han sido concedidas ciertas peticiones de sus familias como ir a visitarlos y hablar con ellos, que parece ser que no salió muy bien, en mi caso a petición de mi hija María me han entregado un aparato y unas instrucciones para que aprendiera a manejarlo.

Lo llaman móvil y está conectado a una cosa que se llama red, que es donde está toda la información, aunque es una información únicamente para los vivos, pues dado mi estado tengo ciertas inquietudes que ahí no me resuelven.

Lo que más me ha gustado es una nueva aplicación que ha desarrollado la misma empresa que creó el Macintosh 128K que yo conocí. Ayer le dí al play y salió una foto de mi caballo y luego otra muy sencilla de una mañana soleada desayunando en una terraza, y otra de un paseo con mi mujer por el puerto de Gijón, cada vez que doy sale una cosa diferente, que me ha hecho recordar mi vida de otro modo, los momentos que nunca me paré a recordar. Así que les doy un consejo desde el más allá en este pequeño blog que me he creado: presten más atención a su presente. 

FIN

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