El patio de mi Mamita

El patio de mi Mamita

Ariel Ponce

21/12/2015

Entre 1973 y 1974 yo tenía como 6 años de edad, era un chigüín necio , vago , malcriado y recolector de cualquier fruto que implicaba saborear las mieles de los campos  , comer entre ellos “el tapaculo” que es el guácimo , los chilincocos , los tigüilotes ,el mata sano , chiligüiste , las almendras , etc.

Con mi Mamá y mis hermanas visitábamos la abuela materna.  La casa de mi Mamita estaba en un camino de tierra alterna a la carretera panamericana allá por Tapacales, Sonis, que en invierno era imposible pasar.

Mi abuela se vino a vivir ahí por los años 60, arrecha con mi abuelo por las borracheras e infidelidades de él. En su casita que vivió sus últimos años y  su patio hogareño, mi abuela Guadalupe Sandoval, en Sonis.Mis Hermanos en la casa de mi abuela

Tenía diversos tipos de plantas y árboles frutales que era mi maravilla en ese lugar.  Árboles de naranja, de mangos, de limones y arbustos que adornaban el patio.

El naranjo le hacía sombra para lavar trastes, había un banquito al pie del árbol, y montón de cumbas guindadas, en el árbol de naranja también guindaba sembríos: claveles, begonias, chicharon. En el patio había coludos, bellísima, napoleón, avispa, rosa, limón dulce, naranja agria.

Tenía plantas medicinales como la Guanilama para el catarro, sácate limón, yanten, apasote, orégano, albahaca, cilantro, yerbabuena, chiltomas, tomate de gallina, chile de cabro.

El patio contigo Tomas Rodríguez había café y mangos, en el otro traspatio era de mi tío Mundo, habían como ocho palos de mango burro  y maíz sembrado.

Mi tía Estela que vivía con mi abuela no le gustaba que bajáramos los frutos pero como éramos la visita, se las aguataba, además teníamos derecho.

Para mi esos días eran los más felices de mi vida en el campo, las frutas, los olores característicos de junio y julio , del fango ,las flores del campo , los grillos , las mariposas , y los pájaros , los mangos gusanosos y el agua fresca de pozo de la tinaja de mi Mamita.

Desde la puerta de la cocina la carretera panamericana; la mirada que cruzaba todo el pequeño patio y el maizal que con los años crecieron más árboles y arbustos florales. Mi primo cortaba las matas de maíz tierno en el arado de mi tío Mundo para hacer las güirilas y los tamales que comíamos con mantequilla y café.

El patio de mi abuela era de puro barro y para poder caminar cuando llovía mi tía y mi Mamita hacían un andén para llegar al fondo de un cerco de alambrado o a la letrina.

En la parte izquierda, estaba el gallinero, mi abuelita era bien querendona con estos animalitos, les cambiaba el agua y la comida. Más de cincuenta aves eran llamadas para comer. Nuca faltaba los “huevos de amor”, el arroz aguado, la sopita de gallina, cuando llegábamos a su casa.

El patio todavía existe, está bastante transformado sin aquel calor familiar y añoranza del pasado, también todavía está la casa es una vieja choza llena de recuerdos, de dolor, alegrías de sueños y esperanzas.

Como el tiempo pasa, pero uno nunca lo olvida, esta pequeña historia dedicada a mi abuelita que con cariño le recuerdo.

Ariel Ponce.

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