LE (te) DARÍA LA GALLETA QUE ME SOBRA
¿Y si luego me apetece a mí?, ¿Y si la tira?… ¡encima! Bueno, cuando salga del supermercado, si aún sigue aquí en la puerta… pues… ya veré…
¡Mierda!, no he traído la tarjeta, y en el bolso solo llevo 50 euros. ¡Siempre me pasa igual! En realidad solo venía a por un par de cosas, pero al final llevo más de medio carro… «Ya que estoy aquí… ya que estoy aquí…». Veeeenga va, no te fustigues. Ahora ya está.
¡Qué estrés, por dios!
Tendría que haber traído el coche. En realidad, solo tengo cuatro pasos hasta casa. Sí, ¡pero ahora voy a ir cargado hasta las orejas!
Lo mejor es que salga por la otra puerta, daré un poco más de rodeo pero no importa. No me gusta que manoseen mis cosas, no quiero que me coja las bolsas, ni quiero su ayuda, interesada o no, ¡me da igual! No quiero que toque mi comida; ni a mi. No es odio, ni manía, ni racismo… ni nada de eso que piensas. Soy aprensivo. No quiero. ¡Punto!
Lo que me extraña es que los dejen estar ahí. La política del super debe tener ésta situación más que trillada; supongo. O… quizá no puedan hacer nada…, que no se lo podrán impedir, digo. Y, no es que yo quiera eso, por supuesto. No sé… Tampoco es mi problema.
Esta mañana, me decía un amigo que ayer fue el día más caluroso de los últimos cien o ciento y pico años. ¡Ayer?, y antes de ayer, y el otro… ¿y hoy qué! La verdad es que no deberían-mos permitir que estuviese este hombre aquí, a pleno sol. Claro, ¡pero quién se lo dice, eh?: ¿un sanitario?, ¿la policía?, ¿tú-yo mismo? Tampoco sé si tenemos derecho a meternos en su vida. ¡Joder, no sabes nada! A lo mejor-peor no es consciente. Casi seguro que tiene una de esas enfermedades que lo desconecta de la realidad. ¿Y… qué es la realidad?… ¡Uf!, eso si que no. No pienso empezar con mis comeduras de tarro.
¡Vaaaaaya cola!
Lo que faltaba, ¡con la prisa que tenía!; Llevo enredado aquí más de una hora, ¡y encima la colita! Pero tenía que comprar; no tengo nada en la nevera, es que ni leche queda. Sí, era preciso que veniera hoy sin falta. La verdad es que hubiese podido venir después de la playa, pero mejor no, es un rollazo, lleno de areeeena… aunque… igual ni voy; pero bueno… por si acaso.
¡Ya ves!, podría ponerse un gorro. Debería estar a la sombra al menos, pero claro, el árbol está demasiado lejos de la puerta. Aunque seguro que está acostumbrado. Seguro. «Pobre» hombre.
Ya sé… me llevo el carro. Total estoy al ladito. Y si me llaman la atención, pues les digo que voy al coche, que lo tengo ahí aparcado, y ya está. Además, que es verdad que está ahí mismo, y encima me conocen. La verdad: es una suerte que pusieran el super a la puerta de casa.
Buaaaaaa…! Menos mal que dejé el aire puesto. ¡Se está de lujo!
Bueno, guardo la compra en un plis y me voy. Ésto a la neveraaaa; ésto a la despensaaaa...
Vamos a veeeer…: toalla; llaves de casa, del coche; gafas de sol, de vista; libro, móvil, dinereteeee; agua fresquita; chicles de nicotina… ¡Hostia, la galleta!
Venga va, sacude el bolso en la basura y vete ya, que, ¡eres más lento!
En fin…
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