Querido viejo amigo,
Aún recuerdo a aquel hombre mayor y enjuto que en esa fría mañana caminaba frente a mí, tropezó y cayó al suelo, le ayudé a levantarse y le acompañé hasta la residencia para mayores en que vivía. Había salido, dijo, a sacar dinero de un cajero próximo para poder tomarse de vez en cuando un cafelito. Era de Santander y había sido, como su padre y su abuelo, marino mercante, navegando por medio mundo y visitando muchos lugares que yo, sin duda, nunca llegaría a conocer. Eso me produjo una melancolía que, tras darme las gracias y despedirnos a la puerta de la residencia, ya no me abandonaría en el resto del día, y que traté de compensar recordando el proverbio “no renuncies a tus sueños”.
Saturno Maldonado Prieto
Calle de Los Aledaños, nº 5
Utrillas, Teruel (94760)
Esteban.
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