Querido amigo:
no es tan horrible como dicen. Ni siquiera hace calor, aunque te puedes quemar si no pones cuidado. Y es bastante fácil de encontrar: está perfectamente señalizado con carteles en cada cruce de caminos. A veces da la sensación de que por muchos kilómetros que recorras, nunca llegas, pero al final… ¡voilà! Se abre justo ante tus ojos, y puedo asegurarte que es espectacular. No se parece en nada a lo que nos contaban de niños: la gente es increíblemente amable. ¡Dan ganas de quedarse! Te ofrecen manjares, diversión absoluta y aseveran que allí jamás se sufre.
Pero como bien sabes, mi intención era seguir viaje hasta algún lugar Más Allá, así que haciendo gala de mi buena educación y con el fin de que comprendieran lo agradecida que estaba, les regalé algo a la altura de tan boyante hospitalidad: mi alma.
Hace días que viajo. Todo es frío y nieve. No como ni bebo, pero no tengo hambre ni sed. Cuando pregunto, nadie me responde. Se refieren a mí como el «Alma Errante», pero es imposible: la mía está a buen recaudo.
Ahora sólo quiero volver a casa, contigo. Te añoro.
Tuya siempre:
Belén Gata
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