Hoy estoy en la playa y soy feliz. Hoy grito que soy dichosa, no como en esos veranos de esa infancia donde no era feliz. Tampoco volaban las gaviotas ni los delfines jugaban en el mar en esos días. Estaba aturdida, preocupada de no poder soñar con finales de cuentos de hadas ,tenía 8 años y me sentía vieja, pero vieja de verdad. Sin fuerzas.
Los otros niños soñaban con mariposas de colores y soldaditos de plomo, pero yo rezaba todas las noches dos Padres Nuestros y Tres Aves Marías con la vehemente esperanza de que mis padres ya no discutiesen y se amaran nuevamente como en los inviernos en Semana Santa.
Mamá era la más hermosas de la mamás, pero lloraba a escondidas, en las noches, siempre, siempre. Y yo la oía, yo sentía dolor, un dolor de hija, un dolor de amiga, una amiga de apenas 8 años y meses.
Nunca más, nunca más, gritó ese día mamá, antes de huir para siempre, siempre, siempre.
Eres una sonsa le había increpado todos los días el hombre que alguna vez le regaló rosas y chocolates y juró amarla hasta las estrellas y el infinito. Sólo días después de la boda empezó a golpearla y le lanzaba certeros puñetazos.
Mi padre, Agustín Cardona era alto y feo.Sí mi padre era el más feo de los padres, él más insensible de los «espesos», como lo llamaba el tío Juan, en esas tardes cuando llegaba a visitarnos de improviso y observaba cómo nos ignoraba.
Al irse mamá papá enloqueció y fue en su búsqueda y nos abandonó. No sabemos si logró encontrarla, tampoco sabemos nada de ella. Mamá apenas nos dio un beso y un abrazo de despedida antes de irse para siempre, siempre.
El tío Juan fue desde ese día padre y madre de los tres hijos de su hermano Agustín. Y nos amó con un amor celestial. Me enseñó a nadar, a correr y ser feliz –de verdad y a prisa–sobre una bicicleta y a sentir el viento, ese viento que me roba sonrisas que antes eran lágrimas.
Mamá se fue para siempre y nunca más fui infeliz. La amo aún y recuerdo que ella me amó. Sé que esos besos y abrazos que me regalaba antes de acostarme o ir al colegio eran sinceros, lo creo, lo creo.
Desde que se fue para siempre fui feliz con tío Juan, mis hermanos Rosa y Miguel.
Pd. Te amo, tío Juan. Te amo de verdad y para siempre, siempre
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