De donde vino, nadie sabe, corría el año 1920 y la vieron llegar sola con su maleta, su triste mirada y sus cuatro hijos, la tatarabuela solitaria, Ana Kutz, “la valiente”. Yo no sé los otros tres, poco he oído de sus nombres, pero el menor de todos era mi bisabuelo, Carlos Anderson, “el frio surcador del cielo”, recuerdo que era muy alto y que siempre me dejaba sentarme en sus enormes rodillas, sin embargo, pocas veces sonreía. Tuvo dos hijos, con una mujer muy buena (yo no sé cómo dos personas tan diferentes pueden unirse tan al azar, pero supongo que de eso se trata el amor) algunos la llamábamos Mimi “la bondadosa”, siempre pendiente de que sus hijos (de que todos, en realidad) fueran mejores personas…. Y lo logró, o al menos eso creo cuando miro a mi queridísima abuela y como hace sentir en casa hasta al más extraño invitado, con sus sonrisas y sus mermeladas caseras que nos encantaba sacar a cucharadas (mis hermanas y yo le decimos mamama, o Ana “corazón de chocolate”). Se casó en 1976, con un hombre de esos que buscan saberlo todo, un científico incansable, con el que puedes hablar cualquier tema, siempre dispuesto a mostrarte cosas en el microscopio y a explicarte por qué se mueve el universo. ¿Llegarían –en medio de toda esa felicidad- a pensar que muchos años después los hijos de sus hijos revolotearían a su alrededor llamándolos abuelos? Yo no creo, ya que en ese entonces no tenían como saber que tendrían dos hijos y dos hijas, una de las cuales es (¿o sería?) -mi adorada y valiente- madre, cuya sonrisa puede hacerte aguantar sus locuras sonriendo, soportar sus raras innovaciones en el ámbito alimenticio y reírte de tus propios errores. ¿Y yo? ¿Qué parte soy de este gran árbol? Creo que soy todo lo que ellos fueron, un poco de cada uno, cosas que no entiendo, cosas que me gustaría entender. Yo nací bajo sus nombres, bajo sus rostros e historias, con la herencia de sus pasados y la carga de sus errores. ¿Me tocará a mí también dejar algún legado, algo, que por insignificante que sea, recuerden los hijos de los hijos de mis hijos, cuando –algún día- tengan que hacer un cuento?Ana KutzCarlos Kutz (su hijo)El Científico y Ana corazón de chocolateMi mamá es la de la derechaMamá, Papá y yo

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