Recuerdo la primera vez que mi padre me compró una palma, su forma, que ha quedado plasmada en la fotografía, y su olor a fresca a nueva, que ha quedado en mi recuerdo. En Barcelona, el domingo de Ramos,  se  lleva una palma a bendecir, desde las sencillas sin elaborar, hasta las verdaderas obras de arte, muy caras para nuestra economía que se sustentaba del sueldo de mi padre de peón en una fábrica y del de mi madre que limpiaba la casa de los dueños de una tienda de lámparas. Habíamos llegado del pueblo en el año 1953 y la foto está tomada en el 1960; allí se celebraba el domingo de ramos con una vara de olivo que era mucho más barata, pues cada cual la cogía de su olivo.La familia el domingo de Ramos

Las obras de la casa eran una  ocasión de reunirnos con conocidos y familia. En la foto, la casa de Antonio y Mercedes, nuestra primera vivienda, donde una habitación alquilada fue nuestra primera vivienda. Necesitaban una habitación más  y  todos ayudábamos los domingos.

Las obras duraban meses, a pesar de que cada semana se incorporaba algún familiar, amigo o vecino. Lo pasábamos bien con la novedad.

La calle Fortuna que hasta entonces había sido de casas con huertos a las afueras de Hospitalet, se iba convirtiendo en un enjambre donde a la casa original se le añadían habitaciones, por delante y por detrás.

Obras en familia

La primera comunión se celebraba en toda España pero no de la misma manera. La mía  se celebró en el pueblo, y consistió en un chocolate y galletas para todos mis primos y una copita de anís para los mayores.  La de mi hermano, dos años menor que yo,  se celebró en un bar de mi barrio en Barcelona, donde dieron un bocadillo y bebidas. En la fotografía aparte de mis padres y mi hermano, está mi abuelo materno que vino del pueblo para tal ocasión. Aquí ya vivíamos en una casa alquilada en la misma calle Fortuna de L’Hospitalet.

Mi primera comunión

La castañada es una fiesta muy celebrada en Barcelona la víspera de todos los santos, en la fotografía la estamos celebrando ya en un piso de nuestra propiedad, de 70 m. en la calle Piera de La Florida otro barrio nuevo de L’Hospitalet. Aquí ya tengo 17 años y se ha incorporado un nuevo elemento, mi hermano pequeño, el único catalán de la familia. También están mi novio y su hermana,  emigrantes de un pueblo de payeses (campesinos).

La castañada

Y la celebración que más  gente reunía de toda la familia, ya fueran venidos desde el pueblo o de toda Barcelona por la que estábamos repartidos, eran las bodas. Aquí en la boda de mi prima Pepa en Tarrasa, vino mi abuelo paterno desde el cortijo donde vivía y al que obligué a quitarse el sombrero para hacerse una foto conmigo porque me daba vergüenza y al pobre se le hinchó la calva pues no le había dado el sol en sesenta años. 

La boda

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