La noche esperada llegó.
El tren se aproximaba lentamente a la estación, dando paso a una despedida.
Sobre el andén, Adela despide a su hija Martina, su semblante descubría un corazón desconsolado, en su mente comenzaron a circular reflexiones que no podía ocultar, las lágrimas y el llanto se apoderaron de ella.
Martina no estaba triste, era el viaje ansiado, desde niña le gustaba la naturaleza y decidió viajar a explorar lugares, también pensaba en independizarse, siempre decía que sola podía.
Solo una mochila era su equipaje, subió al tren, envolvió su cabeza con una chalina tejida por su madre, levanto la mano, tiro su beso frío y una mirada rasante sobre la estación fue la despedida a su pueblo.
Adela se retiró a su casa, confiada de que en unos días tendría noticias.
Sin rumbo, destino inseguro, Martina viajó tan lejos que ni conocía los lugares donde iba pasando. Durmió mucho tiempo en el viaje.
Un lugar donde el tren se detuvo, ya no seguía, nada había más adelante.
Tomó su mochila, miró a su alrededor, bajó, parecía un pueblo fantasma, nadie!, ni siquiera algún vecino para consultar, era de noche, caminó como si supiera la dirección de su posada.
Una escuela a oscuras, el umbral esperando la salida del sol, se quedó sentada, se recostó sobre la mochila, cuando amaneció, un paisano la sorprendió y muy amablemente le dijo que la llevaría a un buen sitio, ahí estaría cómoda.
Subió al carro y confió en la persona.
El lugar parecía bueno, la acompañó pidió que le dieran de comer y de beber algo caliente, se sorprendió al ver muchas mujeres, y ni se dio cuenta que la persona que la dejo, ya no estaba.
Miro el lugar, todo le decía que no iba a pasar buenos momentos.
La sorprendió que hombres llegaban y se retiraban. Un joven se le acerca, la vio extraña, la invitó a charlar, le contó que siempre pasaba por ese lugar, ella estaba nerviosa y llorando le confesó lo que le pasaba y que no se animaba a escapar, afuera nadie la ayudaría.
Aquí ya no vive nadie! dijo el joven, solo esto hay en pueblo y tiene un dueño, es el que te trajo aquí y te diré la hora y por donde puedes escapar.
Martina atendió bien lo que debía hacer y al día siguiente ya se encontraba lejos, caminó por los campos hasta llegar a un rancho, un perro la recibió, y luego el dueño, un anciano la hizo pasar, le ofreció algo para comer, luego le exigió que se retirara, que ahí lo iba a pasar muy mal si llegaba la persona que solía traerle algo de comida, es muy malo con todos, y yo ya no puedo irme ni pedir ayuda, ya no vive gente por aquí y no quiero que vos sufras por culpa mía.
Ella se quedo en el rancho, se vistió con ropa del anciano y espero atenta la llegada de esa persona.
Al llegar él, ella tomó un fierro que se usaba para trabar la puerta, lo desmayó de un golpe, ató de manos y piernas, ¡claro! ¡lo conoció! era el dueño del prostíbulo.
Salió con el anciano por el mismo camino que llegó , entraron al horrible lugar, quiso dejar libres a todas, les decía que escapen, ¡hay poco tiempo! ella y el abuelo siguieron hasta la estación, ya arriba del tren respiró y volvió a ser Martina, viajaron a la ciudad más cercana y poder encontrar un lugar digno para él.
Ella viajó a su pueblo, la madre le contó que por donde ella había viajado, la policía buscaba a un anciano y una mujer que estaban desaparecidos, nunca se supo de esas dos personas.
Como todo salió como ella lo planeó, lo guardó en secreto para toda la vida, no se arrepiente de esa actitud, tuvo el coraje de salvar a un anciano y a tantas mujeres.
Nunca pensó que ese viaje la transformaría en una mujer valiente
EDIT CASALI
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