DIDÍ, APRENDIZ DE VAMPIRO

DIDÍ, APRENDIZ DE VAMPIRO

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–  ¡El niño no quiere morder y la culpa es tuya! Esa estúpida manía de llamarlo Didí. Lo has convertido en un blandengue. Su abuelo Dimitrich fue el vampiro más sanguinario de Bulgaria hace 300 años; por no hablar de tu padre, el gran Diego Aguirre, que sembró el pánico entre las doncellas mexicanas de Oaxaca. ¿Qué malo tiene que se llame Diego Dimitrich? Ningún vampiro que quiera causar terror puede llamarse “Diiidiií”.

–  ¿Mía? ¿Puedo recordarte, si quieres, de quién fue la idea de seguir a aquellas mujerzuelas hasta el mismísimo Polo Norte, y escondernos en las mugrientas bodegas de aquel viejo rompehielos? ¡Si nuestros ataúdes eran de caoba fina, por Lucifer! Ya estaba embarazada de catorce meses, lo sabías, y allí mismo nació el pobre Didí. ¿Nadie te habló del sol de medianoche, verdad? ¡Quién ha visto nacer un vampiro de día? Así tiene la piel; la más arrugada y oscura que se le recuerda a un “no muerto”.

–  ¿Me lo vas a reprochar siempre?¿Y a quién se le ocurrió que fuese a aprender el oficio en aquel castillo de vampiros pijos? Claro, los hijos de tus refinadas amigas estudiaban allí y daban esas extravagantes asignaturas; opera de la noche, poesía para Nosferatu, pintura a la oscuridad, danza de los malditos, moda para vampiros. Tú decías que era la modernidad, otros tiempos, que habría que adaptarse. Yo digo: ¡mariconadas! Así no hay quien se gane la vida dándole un mordisco a nadie.

–  No sólo se trata de morder, de chupar y luego salir volando. Está anticuado. Eso es para ti y los de tu calaña.. No, primero hay que seducir a la víctima, piropearla, adularla, hacerla vivir un cuento de hadas. Y luego besarla cuidadosamente, haciéndolas pasar a nuestro lado de la forma más dulce. Al menos ahora mi niño es un ser culto y remozado. ¿Y qué me dices de las actividades extraescolares a las que lo llevaste? Cada vez que lo recuerdo, pobre Didí.

–  ¿Qué tenía de malo la caza mayor de jabalíes sin escopeta, el vuelo a media altura con capa recortada, el juego con espejos, las catas de sangre y de vísceras, las visitas a los campos de ajos, las carreras antes del amanecer? Todo era para su propio bien. Ser vampiro no es un trabajo fácil, hay mucha competencia. Y tiene que aprender a sobrevivir.

–  …

Mientras sus padres continuaban allí al lado enfrascados en aquella infinita discusión, el pobre Didí lloraba en el suelo, arrinconado en su lóbrego pero lujoso ataúd. Una lágrima negra cuarteaba el maquillaje blanquecino que lo cubría, mientras sus largas y huesudas manos protegían una primera edición de “Libro de poemas” de García Lorca. Su recostada y depresiva sombra rozaba a Isaura, la joven virgen vestida de blanco , que a su costado, y amarrada con lazos de seda a un sillón isabelino, esperaba medio dormida con el cuello descubierto para finalizar con la iniciación.

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