El OLVIDO DEL OLVIDADO ABUELITO

El OLVIDO DEL OLVIDADO ABUELITO

Sus otros hijos se habían decidido por la otra alternativa: La Residencia, ¿Era más fácil o más difícil, era más justo o más injusto  decantarse  por este veredicto? Y que sabía yo si solo era su nuera y no podía inmiscuirme en los sentimientos entre padres e hijos. Lo que sabía es que el abuelito allí no quería ir y eso me bastó para acogerlo en casa.

Con la voz subida de tono, pero a la vez asustada, con sus manos incontrolablemente trémulas, imitando y simulando precisión y determinación, con sus ojos suplicantes, aturdidos, cargados de miedo y de clemencia en un arrebato por recuperar algún recuerdo perdido, pedía y suplicaba el quedarse con nosotros.

La abuelita hacía poco tiempo que había partido a un nuevo y sereno destino y con las prisas de su marcha, olvidó reservar otro billete para él en ese viaje. Lo dejó solo, con las maletas hechas y abandonado a su suerte. Incluso se llevó con ella parte del equipaje: Las maletas más importantes en las que habían guardado todos los recuerdos que les mantuvieron unidos toda la vida. Para él quedaron todas las demás, las que iban cargadas de tristeza, de dolor, de soledad y sobre todo de olvido, de mucho olvido.

Al quedarse solo y sin recuerdos el Alzheimer se apoderó de él, su amnesia no le dejó,memorizar y empezó a deambular en una espiral sin retorno y sin destino. Poco a poco sin consciencia fue haciéndose dependiente del afecto y los cuidados de sus seres más queridos… Y el La Residencia no vivían esos seres tan queridos, allí le alinearían con una nueva personalidad, le prepararían una extraña e inédita maleta con nuevos recuerdos  inventados y ficticios que le alejarían más y más de su propia identidad. 

¡La decisión ya estaba tomada!

Así lo acogí en mi casa. la casa de su hijo, la casa de mis hijas y de mi marido, desorientado, perdido y con falta de cariño.

Ya han pasado tres años y las cosas han cambiado mucho y muy deprisa. Al faltarle su importante equipaje. no recuerda nada, primero se olvidó de caminar, después de comer solo, de reír y de llorar espontáneamente, ahora cuando ríe o cuando llora, lo hace al tun tún, sin ton ni son… cuando su cabeza «ida» se lo manda. Ya no le duele que los otros no vengan a visitarle, porque ya no los conoce. Ya no sabe distinguir si es mayor o adolescente, si es niño o si es adulto. 

Yo su nuera, que diariamente le cuido, que le acerco la cuchara a su impedida y hambrienta boca, que le aseo y que le cambio, que le acuesto y le levanto, además de todo eso… SIN QUERER Y SIN SABERLO, me disfrazo para él en un trasiego festejo de carnavales, porque unos días soy su madre, otros días soy su hermana y otros días, por el guiño picaresco que descubro en su mirada CREE que soy su mujer enamorada. 

FIN

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