VIGENCIAS DEMOLEDORAS

El asunto era hacer desaparecer de una vez a toda la familia. No era fácil después te tantos años de convivencia. Toda una vida, una parte al menos, cambiando disgustos por disgustos, quejas, renuncias, peleas, envidias, pero tratando luego de reconstruir lo posible. Te quiero, y yo, perdona, es la sal de la vida, si pero me entristece, al fin y al cabo nos queremos, somos familia, sí claro.

Y era verdad, pero también deseos, necesidad de cumplir con el rol. ¿No nos han documentado para ser unidos y amarnos? Sí, pero qué difícil es cumplir con ello sin que algo oscuro te quede por el cuerpo. ¿Y los sentimientos? Pues claro que existen, se lo dije a papá muchas veces, pero el prefería zaherirme con sus críticas. Pedazo de boludo, ¿cuándo te vas a joder a una mina? Prefiero amarlas papá. ¿Y en el club, en el equipo, por qué no te ponen de titular? No sé. ¡No sé, no sé! ¿Cuando vas a saber algo? Nene, discúlpalo a tu padre, no te lo dice para mal. Pero mamá, me hace daño. ¿Por qué no se mete con mi hermana? Claro, ella se lo sabe todo. No digas eso. ¡Querido, no seas tan duro con tu hijo, dale tiempo! ¡Mamá, mi hermano es muy atolondrado, le cuesta mucho hablar! Es tímido, hija. ¡Claro, tú siempre defendiéndolo! No hija, hay que darle su lugar. ¿Papá me quiere más a mí, verdad? Los quiere a los dos por igual. ¿Y a ti mamá, a que te tiene como una esclava? No es cierto, yo me ocupo de la casa, de la comida, de las compras, de todo lo que necesitan ustedes. ¿De qué hablan ché? De la familia papi. ¿Y qué te preocupa? A mí nada, pero a mamá y a tu hijo sí. ¿A sí ché? Y bueno, que se preocupen ¿Yo no me ocupo de ellos acaso? Decime vos si no me ocupo. Claro querido. No papá, no te ocupas bien de mamá. ¿Y vos qué tenés que decir? ¿Acaso te miraste al espejo y sacaste alguna conclusión? Sí, que no me gustaría ser como vos. ¿A sí, y a quien te gustaría parecerte? A mamá. ¿No serás mariquita ché? ¡Dejálo tranquilo al nene, querés!

Así pasamos muchos años, de todas formas éramos una familia. Un amigo me decía que hay que olvidarse de esas cosas, que con el tiempo pasan y desaparecen, que son circunstancias pasajeras, que la gente termina por comprender. Y era cierto. Cuando crecí decidí hacer todo lo contrario de lo que quería mi viejo. Y tú, mi hermana, también. Así que el pobre se fue quedando solo, acompañado siempre por mamá dándole todo su cariño, porque se daba cuenta que el tipo se estaba arrugando. Me fui a Europa, aquí estoy, los dejé solos. El recuerdo se ha transformado en una nube que apenas se mueve.

Por eso quiero que desaparezcan, ya no me sirven para construir mi imagen.