Tardé en salir de mí para viajar en mí desde fuera. Quizá ese sea el paso más espiritual y más extraño, el más trabajoso, el más arduo y a veces, el más doloroso.
Viajar a nuevos países y conocer nuevas culturas es una forma de auto explorarse para desconocerse un poco más.
Cuantos más horizontes seas capaz de almacenar, más posibilidades tienes de intentar cambiar el mundo empezando por cambiarte a tí mismo.
A veces te planteas por qué hay tan poca empatía, por qué hay tantas guerras, tanto odio, tanta destrucción. Quizá esta no sea la respuesta, pero es mi respuesta: Nunca está de más viajar llevando en la maleta ganas de aprender a comprender lo que no es igual que tus propias y arraigadas verdades.
Puede parecer contradictorio que en pleno siglo de avances y de facilidades para viajar y para buscar salidas en tu propia mente cerrada y solitaria, la gente esté cada vez más aislada y con menos metas. La masa no hace la unión, y ese es el problema, nos ofrecen nuevos viajes pero no nos dejan un segundo para respirar nuevas brisas.
Ya no existe la contemplación, la quietud, el silencio para escuchar nuevos ambientes lejos de tu origen al compás de tu propia respiración. ¿No creéis que esa es la forma más honesta de viajar?
Quizá Heráclito ha resucitado y ha desactualizado la forma de pensar Occidental. El Panta Rei nos nubla y hemos dejado de creer en el presente que no puede existir si no se detiene para permitirnos cuestionarnos los cómos y los porqués.
Quizá habría que orientalizar las cuestiones referentes a la auto exploración, al viaje obligado dentro de nuestras propias verdades. El viaje que todos tenemos que alcanzar y que solo es necesario realizarlo una vez, pero en un total vacío de prejuicios y en un total horror vacui de cuestiones con respuestas universales.
Mientras sigan existiendo conceptos injustos que solo buscan fanáticos odios, nadie va a ser capaz de dar su vida por encontrarse, y eso es lo más importante para entender a los demás en tu propio interior. Son viajes recíprocos entre personas, viajes conceptuales, viajes que tratan de todas las mente en tu universo.
Si tu viaje es al «Tercer mundo» ya te estás poniendo barreras, ya estás cerrándote a una experiencia de una nueva cultura con una persona semejante. Considerar que existen palabras como Primer y Tercer mundo implican que el viajante no busca viajar y conocer, solo ver para diferenciar lo que no es igual.
El viaje siempre ha de ser libre de prejuicios, el viaje que todos deberíamos querer buscar se basa en sentir lo que no conocemos, en compartirlo, en quererlo, en disfrutarlo, en no perderlo.
Si viajas, no olvides las sensaciones que obtuviste con cada nuevo encuentro, solo acumúlalas, guárdalas y piénsalas de vez en cuando para mostrarlas cuando logres entender qué significan.
Esas sensaciones son el verdadero viaje, ese ligero y fugaz cambio en tu interior es el verdadero punto de inicio para realizar el viaje a tu propio interior, el eterno viaje que te permitirá entender, querer, valorar y sobre todo, ser.
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