Hola, grito Lola, pero nadie le presto atención. Golpeo la puerta, nadie le atendió, asomo su rostro sobre la ventana, pero no se venia nada. Triste, se sentó a observar desde el anden quien seria el primero en llegar, pero el día paso, y nadie llego, acongojada y sin saber a donde ir decidió quedarse, si allí en aquel lugar, mirando desde el anden como el cielo cambia su traje, como se viste de gala.
Se toma sus rodillas y acurruca para no sentir frio, se queda dormida y frente a ella aparece una figura, quien la rodea.
Despierta de la mano de aquella figura, levitando sobre el tejado del edificio mas viejo de la ciudad, no se sorprende, pues no le es extraño este suceso. Lola mira la sombra con una sonrisa,su mano, envuelta entre la sombra la empuña, suspira y le da las gracias con un abrazo sin sentido, a un objeto inanimado, pero con amor.
Juntos ven el silencio del amanecer, cargados de lagrimas y llanto, pues es hora del partir, vuelven al amanecer, al lugar donde la recogió, es hora del adiós, no por ahora, para siempre.
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