Desde el andén te anhelé y con torpeza recordé …

Una lúgubre soledad de taciturnas horas,

los reflejos malignos de pléyades venideras,

esquejes perfectos de grisáceos ocres

que alientan el lecho de una noche eterna.

Risas, sueños, pereza,

energía locuaz sobre una cama muerta

inertes dos cuerpos de pasión exenta

que necesidad de besos ,que  necesidad de siestas.

Noche de caricias, noche de prebendas

Sólo tu cuerpo amor, solos sin tristeza,

las esquiladas tardes lejos de tu presencia,

no calientan el cuarto, ni las sempiternas fechas.

Qué silencio más triste, que noche más esquiva,

Qué lejanas tus pisadas y  tus desoladas perchas,

Qué tristeza infinita, qué soledad más abyecta,

Que lejana la armonía de tus curvas imperfectas.

Que sensación de vacío, que vaga tu mirada,

Que desiertos de ignonimia , que fulgor de alma helada

Que silenciosas pisadas, ajadas por la mañana.

Que pérfida tu ausencia , que soledad más tirana

Que resueltos tus cabellos de frugales acampadas

Que caminos más estériles, que pensares mas canallas

Que silencios más presentes cuando no estás tú,

amada.

Pléyade de estrellas. Soledad en solfa. 

Arrumacos y besos. Tu vagina es un irredento solsticio ávida de cálido esperma.

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