La vida se parece mucho al gusto que sientes por alguien. Comienzas por idealizarla, para ti es perfecta, aunque las personas digan lo contrario. La piensas, la vives, te apasionas por ella. Te imaginas como te verán sus ojos color café.
Sí, hay dificultades, pero no puedes alejarte. El tiempo, las costumbres, los recuerdos, todo te une a ella; además, no quieres admitir que aunque te equivocaste estas enamorado.
¿Cómo es que alguien sin sentimientos puede escribir esto? – Pregunta su amigo sosteniendo la libreta de anotaciones. – ¿Sabías que eres extraño?
Tomo la libreta violentamente de las manos de mi amigo – ¿Yo soy extraño? – Le miro enojado unos segundos y bajo mi cabeza hacia el camino asfaltado que decora el parque. Observo las líneas amarillas, propias de una calle que es transitada por autos, la diferencia es que por acá nadie transita.
La vida es así – le digo a mi amigo mientras señalo las líneas amarillas – Continuamente incontinua.
¡Continuamente incontinua! – Balbucea como retrasado.
No lo miro; vuelvo a mi libreta.
Las personas te miran cómodamente desde su andén; quisiera parar y ser como ellos; ¡estoy viajando! pero me siento tan estancado como ellos.
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