El tren empieza su marcha y desde el andén, ve a Boro que le manda un beso al aire, su cara también está triste y con pena. Susana llora desconsoladamente, no puede remediarlo, se siente desgarrar por dentro, intenta recordar el último y profundo abrazo, las últimas palabras de él < ya verás cómo vas a ser feliz>, y eso le hace llorar más y más, su felicidad hubiera sido quedarse con él, besarle, acariciarle, amarle…
El tren se aleja y en el andén se quedan las mil caricias imaginadas en los últimos meses, los besos tan deseados en su boca que no ha podido sentir, su vida queda desgarrada por momentos. Suena el móvil, es un mensaje de él: – Gracias por este día maravilloso. Por tu visita tan especial y por ser tan encantadora como eres. Un beso fuerte – . Un mensaje sin trascendencia, profundamente aséptico. Susana se siente morir, siente el final de una historia de amor que sólo existía en su imaginación y llora desconsoladamente, suena el teléfono, es él, no lo coge, respira hondo, se limpia sus rasgados ojos azules y se muere de pena por dentro.
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