Dos años han pasado y, para esta ocasión especial no visto de fiesta, mi rostro no tiene maquillaje y mi cabello no está peinado. Estoy lo más sencilla posible; así como me conociste. Solo tengo puestos mis jeans, las botas, la camisa. El cabello al aire y una sonrisa suelta.

Este momento no merece nada más y, desde el andén que tanto caminamos, te doy la espalda para dejar allí tu recuerdo, y no volver a verte.

Comienzo a caminar, un paso a la vez, pues fue mucho tiempo a la espera de un gesto, una mirada, una palabra tuya. Ahora, por fin,  me muevo con seguridad y tranquilidad, porque ya sé que nunca más voy a estar contigo.

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