Sentía frío, la tormenta interna que azotaba su mente impedía que notara el bochorno que abrasaba las vías. Solo habían pasado unas cuantas horas desde el encuentro que le llevó de la euforia a la desesperación, ¡que ingenuo había sido!

Nada fue fortuito, la premeditación se llevó su dignidad junto con sus pertenencias, sus sueños de vivir a lo Bogart se esfumaron bajo unas copas de champan adulterado.

Ella se ofreció a llevarle al hotel, le había rondado en el bar mientras sonaban hits de los ochenta que le recordaban sus frustradas aventuras adolescentes en el único garito de su remoto pueblo. Las negativas de las chicas a sus propuestas aún le carcomían sus neuronas y le provocaban un hondo malestar. Cuando la atractiva mujer le propuso una última copa en su habitación pensó en la buena elección que había hecho al escoger esa zona para sus vacaciones. 

Ahora solo recordaba los escarceos previos, lo rápido que su pareja le ofrecía una copa tras otra, el sopor y despertar desnudo, desvalijado, humillado, sin honor.

Sus frustraciones merodeaban en su mente presionando su voluntad hacia un final que terminara con su gris vida.

Valor…

Saltó desde el anden y todo acabó.

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