Desde hace algun tiempo vivo una vida que no es la mía. Pero es que con su adiós se llevó gran parte de mí.
En todo este tiempo la lluvia ha empapado el suelo y el sol lo ha vuelto a secar suficientes veces como para que deje de atormentarme pensando en cada palabra que dije aquellos últimos días de octubre.
He dejado de odiarla por el hecho de que no dejara ni una simple nota y ahora vivo aferrado a la esperanza de que algun día , rebuscando en un cajón , abriendo alguno de sus libros o enterrado en una de sus macetas , aparezca algo que ella dejó ahí para que yo encontrara. Pensándolo bien ,ella nunca me puso las cosas demasiado fáciles. Aunque dudo que en aquellos últimos días tuviera ganas de juegos que ni siquiera podría disfrutar.
Ahora , paso horas en la estación solo porque ella solía decir que allí la gente vive más intensamente. Desde el andén observo a gente que se marcha y a gente que regresa e intento imaginar como serán sus vidas.
Desde el andén veo a la gente cada vez más viva y a mí cada vez menos.
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