Desde el anden, en el que estoy destinado a pasar mis días, observo la tarde de cielo nublado, tarde gris en la que solo puede brillar la poesía, en la que la brisa helada calienta lo mas profundo de mi alma, en la que mi corazón salta de alegría de saber que no es lo mas miserable del entorno, sombría como mi juicio, tan sola como lo ha sido mi vida, tarde típica bogotana en la qué lo mas frio no es el clima, sino el corazón de los infelices que junto a mi pasan tratando de ignorar la fetidez de mi presencia, que solo languidece buscando el cariño de un alma gemela, una mirada dulce o una palabra de aliento. Soy un mendigo de sentimientos, en el que su rostro se confunde ahora las lágrimas que en este momento salen de lo profundo de su alma, con la lluvia que ahora baña la ciudad, vago como alma en pena en busca de la redención divina en los brazos del creador. Desde el anden observo la tarde, una tarde que se lleva mi vida.

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