Fue la única vez que estuve con ella, era una joven reconocida en el barrio y no precisamente por juiciosa.  ¿A qué horas la dejé embarazada?, ¿por qué yo y no otro de sus muchos amantes? No tenía ningún compromiso, no la amaba y como si nada, con toda naturalidad me alejé; Teresita sólo era otra de mis aventuras, ¿por qué ahora me enteraba del supuesto hijo que tenía con ella?

Después de un largo proceso ejecutivo por alimentos, se fijó una cuota mensual; con mis pocos ahorros pude responder por tres meses; luego, fue imposible, además no tenía bienes que me pudieran embargar.  La sentencia del juez era muy injusta, como no tenía recursos para velar por un hijo que para nada creía que fuera mío y ni siquiera se parecía a mí, me envío ocho meses a la cárcel. 

En la prisión tuve demasiado tiempo para recordar la infancia cuando mi padre me decía: -Felipe González, “estudie mijo”, estudie, sea alguien en la vida… Mire que desde el andén la vida pasa demasiado rápido, es como el humo de un cigarro, no puede quedarse a esperar que le lluevan las cosas del cielo, tiene que hacer algo.

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