Qué son las palabras cuando aún no han sido pronunciadas? Quimeras. Fantasías evanescentes de frases abortadas en suspiros contenidos.

Te vas. Has cogido mis sueños y los has metido en tu maleta, entre amaneceres esculpidos en noches de éxtasis y promesas quebrantadas de proyectos deseados.

Todavía hay tiempo. Tiempo para que sostengas la máscara de la esperanza del regreso. Tiempo para encubrir la amargura de mi decepción.

Olor a polvo de estrellas, mutilado por el de ausencias irrevocables que se patentizan cuando el tren hace su entrada en la estación, como una gigantesca oruga que repta por los raíles del tiempo, con su carga de desdichas y ternuras. De gozos y de sombras.

¿Has adivinado la verdad oculta tras la triste sonrisa de mis labios? Dices que te vas para cumplir tu sueño de doradas fantasías. Sé que huyes. Huyes del miedo provocado por la certeza de mi amor. Huyes, sin saber, que ese miedo será tu compañero de viaje.

Subes al vagón. Con lentitud te alejas hacia la línea invisible del mañana, mientras mi mano, desde el andén, dice adiós al final del trayecto del querer perdido.

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