La fila en el andén se extendía hasta el infinito, pero se movía con un ritmo constante casi hipnótico, conté a las personas que estaban por delante de mi, diez en total tomando en cuenta al par de gemelos que ahora desaparecían por entre la niebla luminosa de la salida. Respiré profundamente y repasé el procedimiento que había estudiado durante mi estancia. Entré en la luz con la mente en blanco, a la hora de la verdad no pude recordar nada así que me dejé ir. Caigo como un meteoro hacía tus brazos, por fin estoy donde quiero estar, donde debo estar…

-¡Felicidades señora! ¡Es una niña!     

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