Triste aquel que no consigue su destino y camina sin rumbo hacia el lugar de acabar, no entiende de ideales como el de aquel líder que marcó la historia por encontrar la libertad de los pueblos oprimidos de nuestra América latina. Desde el andén de los ideales de nuestro espíritu, camina el hombre triste, que no encuentra los faros luminosos que de trecho en trecho alumbran las rutas, dejándose llevar por no querer ver, ni luchar. Pensando que más fácil es acatar a los que sólo un trozo de pan le dan, cuando merece mucho más. Aunque los ideales suelen ser esquivos o rebelde a los dogmatismos sociales que los oprimen, resisten la tiranía. Sin ideales  seria inexplicable la evolución humana, pero aquel triste ser que transita por esas calles de la vida, con la mente vacía como hombre mediocre sin encontrar su realidad, como alma perdida, perdiendo la sensibilidad y ya el triste hombre viejo no siente su propio dolor, porque acostumbrado esta a dejarse maltratar, por miedo al no  luchar y no teniendo ideales que lo pueda mejorar de su triste realidad.

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