Buenas tardes. Sí, sólo ida. Adónde? No lo sé. Lejos.. A ninguna parte, a cualquier lugar. ¿Qué más da? No importa. Sí, puede ser. Déme un pasaje a mi infancia, adonde mis padres eran jóvenes y mis abuelos tenían toda la paciencia para enseñarme y hacerme creer que era lo mejor que había sobre la tierra.
Donde mi hermano mayor era mi héroe, porque no conocíamos a Superman ni a Spiderman. Donde los tíos llegaban cargados de regalos para todos los sobrinos en el día de Reyes.
Donde para ser felices nos bastaba un poco de viento, un poco de agua y un trozo de cielo … éramos pobres, pero con un poco de imaginación el palo de la escoba era un caballo blanco, dispuesto a viajar a las estrellas para rescatar a la princesa del ogro verde, que estaba envidioso de su cabello rubio y sus ojos color del cielo…
Desde el andén me decido a volver a mi infancia, a ese lugar en la tierra donde era feliz, porque no necesitábamos las nuevas tecnologías como tener un ordenador, y donde un móvil nos dirije, y un reloj digital nos indica que el tiempo ya es pasado. Como este microrelato.
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