El sueño 2.0 produce monstruos. Y es que aquella tarde, un ejército invasivo de tuiteros sedientos de comentarios chisposos, «olakeases» y memos memes acabó con ella. Toda una red de opinión pública capaz de destrozar en dos horas la labor de una vida que se caracterizaba por la dignidad y el saber hacer, que se forjó en los cimientos de una generación hecha a sí misma y que ahora luchaba con la tecnología por no morir ahogada entre sus teclas. Internet es un arma de doble filo que puede encumbrar en cuestión de segundos a las cimas más altas de una popularidad admirable o exhibir la desnudez y humillación de un inocente usuario hasta que un trending topic más actual le relegue para siempre a polvo de internauta. Se llamaba Dolores y nadie la llamaba Lola, de hecho todos añadían un María delante para reafirmar, con un nombre compuesto chapado a la antigua, su condición de señora.
Sí, ella era una “señora que”, de ésas que usan periódicos para cubrirse cuando llueve, de las que adelantan por las aceras, de las que dicen “oyoyoyoy” cuando sus amigas les cuentan un chismorreo, de las que envuelven el mando a distancia en plástico, de las que suspiran al sentarse y de las que se quejan de que los jóvenes de hoy en día no tienen educación.
Dolores llevaba meses acudiendo a clases de aquella nueva ciencia conocida como “El Interné”, esa maravillosa constelación de recetas, fotos de famosos, cortes de pelo abombados a lo señora e imágenes de su amado pueblo, perdido en las faldas del Pirineo oscense. Dolores hasta se había creado una cuenta Facebook. Tenía 27 amigos, contando a las compañeras de clase, marido -al que ella misma le había creado la cuenta-, primos, sobrinos, vecinos y lo más terrorífico: hijos. Sí, Dolores también era de aquellas señoras que agregan a sus hijos para colgar fotos de su infancia, cotillearle a las chavalillas y dar compulsivamente al “me gusta” en todos sus estados. Era fan de todo lo que tuviera que ver con frases de bondad y sabios refranes españoles. Tal era su ímpetu que compartía refranes sin siquiera haberlos terminado de leer. Así, en su muro se exhibían pastelosos carteles que rezaban frases del tipo: “a quien madruga patada en los cojones”, “no por mucho madrugar apareces maquillada” o “a la mujer y a la burra cada día una zurra”.
Por supuesto, esto no es lo peor que le puede pasar a una señora que limpia el ratón con plumero y que tras verla en estado “escribiendo” durante diez minutos alcanza a contestar algo tan breve como: “sí, pero abrígate mucho, hijo de mi vida”. Dolores es una víctima de Internet como lo fue la pobre inocente que quiso contratar al Mago Pajuelas para la fiesta de su hijo o todos aquellos que piden en foros que les ayuden a estar más guapos con Photoshop y los resultados son troles espeluznantes. El internauta se ceba con el débil, la ley de la jungla es más piadosa que la red y Jorge Javier Vázquez tiene más corazón que un tuitero irónico. Dolores se convirtió, durante dos días -lo que en tiempo de internet equivale a eones terrestres-, en el nuevo Ecce Hommo.
Dolores jugueteaba en foros de recetas y “truquitos” para el hogar, aquellas cuevas de la red donde se esconden cual murciélagos las señoras más señoras que ninguna webcam haya contemplado nunca. Entre grupo y grupo de discusión acabó en un pregunta-respuesta que, juran los tuiteros, fue así. La página se llamaba “Invítame a té con ese par de teteras.com”.
Dolores:
Hola chicas,
Me encanta el arroz a la cubana, con sus plátanos y sus huevos bien hechos. Me gustaría saber vuestros secretitos en los fogones.
Un abrazo
Yasmin la del carmín:
Hola Dolores,
Me gusta que te guste el estilo cubano, a mí también me vuelve loca, en los fogones y en todos lados. Me encanta cuando el plátano está duro y los huevos bien puestos.
Dolores:
Hola de nuevo Yasmin,
Me alegra que coincidamos. Yo suelo darle mucha importancia a los huevos, no me gustan los de cualquier sitio. Los de José Luis, el frutero de debajo de mi casa, son los mejores. Si vives cerca de Bravo Murillo deberías probarlos. Estamos todas las vecinas encantadas.
Yasmin la del carmín:
Los huevos siempre son importantes, hay que tratarlos con mimo y acariciarlos cuando estás en plena faena da muy buenos resultados. Creo que conozco a José Luis y también a Pepe, Pipi, Dinio, Alessandro y Mariano. Ése tiene mis huevos preferidos porque los tiene cuadrados.
Dolores:
¿Cuadrados? ¡Qué maravilla! ¡Tienen que ser sabrosísimos! Y en cuánto a los plátanos, ¿qué opinas? ¿Cómo te gustan?
Yasmin la del carmín:
El plátano cuanto más duro mejor. Me gusta que me llene la boca y casi no me deje respirar.
Dolores:
¿Sí? Yo prefiero cortarlo en trocitos y añadirle Coñac. O dejarlo entero y hacer dos montañitas de arroz a los lados. Queda muy mono, a los niños les encanta.
Yasmin la del carmín:
Dolores, cuando dices Coñac supongo que eres catalana y te refieres a lo que viene a ser el coño. Nunca he probado un pene a trocitos y creo que enseñárselo a los niños puede ser aún peor. Me parece que te equivocas de página y que aquí si buscas “entre dos perolas” encontrarás algo parecido a esto. [Imagen]
Aquí fue donde Dolores abrió una foto que nunca borrará de su mente y, como no sabe cómo hacerlo, tampoco de su ordenador.
No es fácil ser señora en tiempos revueltos, cuando a todo lo acompaña un # o un @, cuando toda cara es susceptible de convertirse en meme, cuando toda palabra es candidata a ser retuiteada. Dolores alcanzó las cumbres más altas de la popularidad en cuestión de segundos y a los pocos días ya nadie recordaba su nombre. Como naturaleza digitalizada, Internet nos lo da e Internet nos lo quita. Ahora ha retomado su vida habitual, hace ganchillo, calienta tartas y ve, en este orden, al Hurtado y a la novela. Eso si, Dolores pasará a los anales de la historia de la red. Pero, ¿qué son estos anales realmente? ¿A quién le importan? ¿Qué sitio les reserva el futuro? Los anales de la red, como su mismo nombre indica, son el culo de Internet.
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