Me eché el teléfono al bolsillo, dentro de la funda y en modo vibración, como es mi costumbre. Salí de la casa rápido, eran unos tres o cuatro metros del ascensor a la calle, las interacciones electromagnéticas producían fácil mi levitación. Afuera el aire estaba espeso, era como respirar sólo monóxido de carbono… mis ojos lagrimeaban por mi prisa y la combinación de la combustión. Me detuve agitado en el cruce de la calle acordada…  el teléfono hizo su bip… bip,  lo sentí y al palparlo dejó de vibrar. Lo desenfundé, apreté y leí: 7,2 con estos Mpbs de velocidad de descarga y el HSUPA todo estará en tus manos. La pantalla de 5 pulgadas y de 500 píxeles parecía palpitar en mi mano… su sistema Retina Display  mostraban ese tono azul intenso que detestaba. Aspiré y dije:

–  Hola acabo de conectarlo todo. Creo que en 30 minutos estará la fiesta.

–  Sí, sí… por fibra óptica, cuando intente hacer una llamada…

Sonó un clik y el silencio. Otro sonido característico, esta vez un mensaje de texto me advertía que el depósito estaría listo en media hora.

Miré al cielo marrón, por encima adivinaba al Hubble danzando con sus fotografías inoportunas más allá de la contaminación lumínica. De vuelta en la espera… tumbé a mirar el estacionamiento, era igual a un emulador de máquinas virtuales x86 por dentro,  de pronto recordé el cierre centralizado y el maletín… fatal, era un olvido fatal ¡Cresta!  Corrí hacia el auto, estaba abierto… me entré de un salto, ¡el maletín no estaba! Cerré los ojos, miré el reloj digital… faltaban cinco minutos… entonces tomé la decisión de cerrar el counter  y  ponerlo a cero.

En un tris todo volvió a la normalidad… casa, gente, calles, aire, satélite, todo, absolutamente todo. El MMO en 3D de mi MUD acababa de desaparecer.

Miré a  Jordi, mi hijo… se reía en el sofá.

–  Eh papá ¿de nuevo en la misma fase? 33.500 puntos no pasas de ahí …¡por favor!.

–  Mmm déjate de esos cuentos. Estoy cansado.

Dejé a mi otro yo sentado junto a mi hijo menor. Me puse a conversar seriamente con tres desconocidos y sus avatares en hologramas en mi viejo PC de la Mac, me gustaba mi pequeña biblioteca que separa la cocina americana del comedor, era un poco mi refugio. En eso sonó el celular… era extraño, no estaba en su modo de vibración… oí una voz metálica como familiar… me dijo seca:

–  ¿No pensarás quedarte con el maletín?

FIN.

 

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