Abre la tapa del portátil, y si quieres aprender a usarlo, primero relájate. No intentes comprender su funcionamiento, no le tengas miedo. Es una máquina, como la lavadora. ¿Te acuerdas la primera vez que metiste la ropa dentro del tambor? Yo me pasé media hora observando cómo daban vueltas mis camisas.

Intenta manejar el teclado hasta que estés harto de equivocarte, de apagar y encender el equipo, de creer que lo has roto, de llamarte tonto mil veces.

Este aparato te da la oportunidad de descubrir el mundo y de aprender cosas que tu imaginación nunca podría soñar. Sabe las últimas noticias: quién ha ganado las elecciones de tu pueblo, cuantos goles le sacó el Atletic al Real Madrid, cuándo tienes que sacar el paraguas o por el contrario ponerte protección solar, y la información de todos los virus contagiosos que nos rodean. Otra de las cosas buenas es comunicarte en silencio. Enviar correos electrónicos y esperar ansioso la respuesta.

Dentro de la pantalla montones de amigos esperan cada mañana esa foto tuya que les hará sonreír, o quizá envidiarte por tu buena suerte. Pero si de verdad quieres sacarle provecho, te sugiero que escribas esas historias que rondan por tu cabeza y que nunca has contado a nadie. Crearás una frase, un relato, una novela, que viajarán por Internet para ser leídas sin que importe tu nombre. Y entonces, querido amigo, tú también serás parte de este mundo alternativo que es la tecnología.

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