Deja tu hogar, oh joven, y busca costas extranjeras
(Petronio)
No ha pasado el tiempo, los chicos no han crecido , la nieve no se ha fundido y los amigos no han muerto.Ni morirán nunca mientras les tengamos en nuestro recuerdo.
Me estoy demorando en exceso en estas paáginas con detalles subliminales que tejen la mortaja sociológica de recuerdos , evocadores membretes, tonos crema en las cartas recibidas, oropéndolas doradas, Odas de Horacio , avalancha de detalles irrelevantes, achimadritas uniatos, tierra de sículos , repeticiones de hemistiquios, balduques, proemios, clemátides y enredaderas, secuencias interconectadas, asociaciones mentales y ecos de los ecos, reverberaciones talámicas de resecos ramilletes de rosas y tigridias, confeti de aliteraciones, doncellas arias, teodolitos, resonantes sonidos metálicos zumbando en mi interior y las cartas de amor ajadas atadas con hilo de bramante , deslucidas por el paso del tiempo, y que cuando acabes de leer esto, inteligente lectora, habrás completado el ciclo y el timbre dactílico de lo aquií leído. Espero.
Hablo de nuestra Pandilla de Verano del 72.Uso el recurso literario fácil del flashback. Podiía ir de gracioso diciendo que en el sótano de mi casa, además del cultivo de toxina botulínica para envenenar los suministros de agua de mi ciudad , también tengo una máquina para viajar en el tiempo. Más rápido decir que me lo invento. Fragmentos de recuerdos que no había tocado en 25 años que ahora afloran.
Empieza la glaciación, la comalia, lucho contra el gólem oscuro que hay en mí. Intento poner en orden los recuerdos, antes que el exceso de los mismos me funda los fusibles de arriba.Vuelvo a entrar en un limbo lento, traqueteante , frio tras mi tercer matrimonio. el místico, y subsiguiente crucifixión judicial.
El mejor viaje es el que se hace con con ayuda de libros o películas.Como «Verano del 42», que cambio a verano del 72 para que me cuadren los tiempos.
Episodio 1.
Verano del 72.Perdigones de lluvia. Olía a helecho y tierra mojada. Ocho chicos y cinco chicas sentados en una terraza. Hemos visto Verano del 42 en un cine, tenemos los ojos llorosos , ambiente impregnado de una dulce melancolóa por lo romántico de la pelicula. Me siento muy feliz entre mis amigos. Sensacion anfótera e inquietante asumir que, dentro de pocas horas, nos despediremos y no nos veremos hasta el próximo verano.O eso pensaba yo. Me gusta Constanza. Y Gloria. Las dos. Yo, el ultimo boy scout, era capaz de amar, románticamente, a dos al mismo tiempo.
Eramos insultantemente jóvenes y leíamos La Vida sale al encuentro, de Martin Vigil.
Episodio 2.
Fiestuki después del cine. Un guateque .Estamos en pleno fervor eufuístico. Suena Mrs. Robinson, de Simon & Garfunkel.
Yo abrazado cheek to cheek con mi chica.La musica esta alta y su impacto monopolizador reverbera en las calles adoquinadas. Barbacana y gabarras amarradas a faroles esqueléticos. Nos besamos bajo la luna bermeja y plateada que riela en el Mar cercano.
Aporrean la puerta , aparecen cuatro levitas jasídicos, bajan del carromato con cochero con penachos de plumas negras de avestruz. Priaristas, monasterenses, benedictinos y cistercienses, refunfuñan al vernos bailar y nos previenen del pecado en forma de mujer.The party is over.
Llega tambien la pasma.Quejas de los vecinos por el ruido.
Salgo a escape con Constanza.Paseamos por el bosque caducifolio e, invitados por la espesura, se derrumban nuestras barreras.
Me despiertan la disonancia de campanadas recíprocamente cismáticas, mientras el hilios se cuela por las ramas, yo envuelto en pieles y alamares. Estoy con la protagonista de «Verano del 72», Constanza.
Cada rato en el que no estuviesemos enroscados el uno en el otro, era una pérdida de tiempo.Desarrolle un sinfín de añoranzas atávicas.
Luego cena en Molinero , con sus famosos techos barrocos llenos de trampantojos. Coberturas de líquenes y decoración art déco. Me declaro a ella delante de un esturión del Danubio.Le juro que dejaré mi empleo de Piloto de globo aerostático. Le prometo Ron, sodomía y latigo.Sorprendentemente, Gloria me rechaza y tira mi anillo de pedida a los lazos de enredaderas. Vale, lo pillo. Siempre me quedara plan B, Constanza.
Episodio 3. Senectud.
Aqui arriba en el Soracte hay híspidos de briznas verdes y hace biruji.Leo a Petöfi. Estoy encorsetado en mi capote militar, , parezco una mezcla entre virago huri y el personaje de la viuda Twankey.
Vale, paro de referencias literarias.
Intento alcanzar algun tipo de simetría redentora consultando a los siete amigos que nunca te fallan. Me siento como el derviche principe de Buckhara, que termino sus días despues de recorrer el mundo tan pobre como un ratón, en búsqueda del lugar mas hermoso de la tierra y el mas resguardado del dolor y del infortunio.
Solo me quedan recuerdos.A pocos metros de mi, las Puertas de Hierro.
Disimulo secreto, facundia, mundo percepcional. Nadie podria localizarme, incluida mi ex esposa, bruja a la que abandoné mientras ella bailaba alrededor de una hoguera en honor a Loki y Odin.
Busco amigos de la pandilla de verano.Tengo a seis becarios ; me hacen el trabajo de documentacion.
Los localizo a casi todos,recupero memoria.
Episodio IV. Despedida.
31 de Agosto de 1972.
Nos despedimos con abrazos y luego nos dijimos muchas veces adiós con las manos.
Empieza el tiempo de dar , el tiempo de los regalos , fuera egoismos.
Nunca mas volví a ver a mis amigos, salvo a dos de ellos, uno muy serio que estudió Derecho y el mas simpático y borrachín , al que llamaré Reyes. Ahora ejerce de , diaskalos, . Nos arrestaron juntos por ir cantando beodos en la fase exaltación de la amistad, que precedente a la de insultos al clero.
Nos calzaron dos policias que iban aún mas cocidos que nosotros.
Y que cantaban mucho peor. Ganamos el pleito ; el Juez, , curiosamente, otro de esa pandilla, nos absolvió de nuestros pecados de juventud.
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